sábado, 21 de enero de 2017

Carta del maestro Nathanael Lorenzo Hernández a la opinión pública

Nathanael Lorenzo Hdez


#OaxacaMereceUnaSinfónica… ¡SÍ!


¿Oaxaca merece una Sinfónica? ¡Sí!


Y también: Se merece un trato digno a sus músicos de todo el estado.


También se merece becas vitalicias a compositores tradicionales que han hecho desde sus comunidades que el Oaxaca musical comunitario siga existiendo.


También se merece sacudir a la Banda de Música del Estado de su director, Eliseo Martínez, y sus dejos de vulgaridad al frente de una institución tan prestigiada y reconocida como una de las mejores en el país


También se merece valorar, premiar, desarrollar y proyectar la música que se hace en las comunidades.


Además se merece una política cultural estricta, disciplinada y con proyectos a largo plazo.


Oaxaca merece una Sinfónica. ¡Sí! Y también leyes que defiendan a todos los pedagogos de música tradicional que laboran en las comunidades a quienes pueden pisotear a cualquier hora porque no tienen protección legal.


Oaxaca se merece una Sinfónica. ¡Sí! Por supuesto, pero no una sinfónica enclaustrada,  elitista y occidentalizada. Oaxaca se merece una sinfónica de y para la comunidad. Aquí no es Suiza, Francia, Austria o Inglaterra. ¡Aquí falta mucho por hacer!


A nuestro estado, dividido, saqueado, irritado y enfadado, le hace falta una sinfónica que se quite el smoking y se ponga una camisa hecha en Oaxaca. A Oaxaca le hace falta una sinfónica con un repertorio propio y entendible, que eduque a un pueblo que está acostumbrado a escuchar la música en las calles, la fiesta, la boda, la muerte, la gozona, etc. Ese tema el “cacique” García Vigil lo entendía bien y por eso gente con poder y dinero lo apoyaba.


A este Oaxaca de cacicazgos musicales le hace falta sacudirse ese occidentalismo musical frustrado, y abrir la ventana para que le entre el aire fresco musical de las comunidades de todo Oaxaca


Hace dos años que los músicos celebraban la derrota de su ex director Javier García Vigil, ignoraron la capacidad y las estrategias que este “cacique” musical había diseñado para mantenerse a flote durante 20 años en un estado donde lo último que le importa a la sociedad es una Orquesta Sinfónica.


Ejemplo de ello: ¿Cuánta gente salió a defender y a protestar  en favor de su Sinfónica? Nadie. Nadie. Porque muy poca gente conoce a su Sinfónica. Nadie, porque la Sinfónica estaba enclaustrada medievalmente en un teatro. Nadie, porque no se conoce a un intérprete oaxaqueño de ésta que haga algo  por la sociedad. Nadie salió a defenderla, pues si la Sinfónica desaparece,  la vida musical de los pueblos oaxaqueños continúa de la manera acostumbrada, tal y como se ha ocurrido por siglos.


Ese complejo de inferioridad de los músicos oaxaqueños que van a  Europa a estudiar y luego vuelven y se la pasan subestimando las personalidades sonoras y rítmicas de los pueblos oaxaqueños, ya pasó de moda, ya no pega con nada.


Porque en Oaxaca hay un cambio de pensamiento radical que nos está haciendo valorar lo hecho en casa. Ese cambio de pensamiento que está haciendo que artistas desde sus comunidades se proyecten al mundo. Ese cambio de pensamiento que está creando una generación de jóvenes emprendedores en todo Oaxaca.


Ese cambio que la Sinfónica no acepta, no entiende, no analiza, no le entra ni a garrotazos. Ese cambio que no entiende por qué está encerrada y enclaustrada, por qué está aislada solo para un público citadino, porque en vez de andar por el mundo ejecutando un envidiable repertorio de música oaxaqueña, se la pasa encerrada interpretando lo que en Europa ya pasó de moda.


La Sinfónica no tiene cómo mirar a la cara a Oaxaca y pedirle que la ayude en estos momentos de crisis, porque en este último año y medio solo se preocuparon por sentirse felices ellos, atrás de su atril, envueltos en tela negra y sobreprotegidos por una concha acústica y un director despectivo y neófito de la cultura oaxaqueña.


En la entrevista con EL IMPARCIAL sobre el tema de la crisis actual de la Sinfónica, el virtuoso trombonista Faustino Díaz, decía lo siguiente”


“Una orquesta sinfónica no puede andar de acá para allá, es imposible, porque una orquesta sinfónica necesita una sala de ensayos, necesita una sede.  ¿Qué?  Van a montar un programa para andarlo repitiendo durante seis meses en todo el estado? “.


¿Qué? Van a crear una camerata para que esté tocando música oaxaqueña? Va a ser lo mismo de antes.


Creo categóricamente que hasta un músico novato de una comunidad logra distinguir la  poca apreciación de contexto que tiene Faustino para atreverse a expresar: “¿Pero hacer una camerata para que esté tocando música oaxaqueña?”


¿Qué tiene de malo que nuestra sinfónica  o camerata o ensamble o como le quieran llamar toque música oaxaqueña?, ¿Qué tiene de malo que vaya a las comunidades?, ¿Qué tiene de malo que salga del teatro y nos lleve música a los templos, fiestas y niños de todas las regiones?, ¿Qué tiene de malo sacar a los músicos sedentarios de la Sinfónica a las comunidades mixtecas, mazatecas o chontales.


Lo reitero, no es Europa, es Oaxaca señores virtuosos, aquí hay mucho por hacer y es deber de  todos los que vivimos en ella colaborar para que nuestro Oaxaca sea mejor.


Hace dos años echaron una carta al aire sin nombre y apellido para recabar firmas para la destitución de García Vigil. Bueno, ahora invito a los emprendedores de hace dos años que lancen una lista de propuestas y soluciones para rescatar a nuestra Orquesta Sinfónica de Oaxaca.


Hace un año y medio realicé un viaje a Venezuela para observar de cerca el trabajo del Maestro José Antonio Abreu, fundador del Sistema musical más reconocido en el mundo. Me quedé boquiabierto cuando entré a sus oficinas. Parecía otro Venezuela, parecía un país primermundista. Oficinas en orden, personal respetuoso, salas de reuniones profesionales, departamentos definidos y protocolarios, etc.


Cito Venezuela porque hay algo que me dejó con la boca abierta: el mecanismo de colaboración obligatoria aplicable a todo músico, desde la Sinfónica oficial Simón Bolívar hasta para los músicos novatos.


“Antonio Abreu creó un mecanismo de BIEN COMÚN por medio de la música”. Estamos hablando de una Sinfónica de primer nivel, no de una sinfónica rascuache donde solo se espera salario y hueso.


Pongo el ejemplo  de Venezuela porque ahí la  Sinfónica “Simón Bolívar” es un emblema nacional, es un emblema que se ha ganado el corazón de su gente, es una Orquesta que no solo Venezuela la defendería si entrara en crisis, también la defenderían la Unicef, la UNESCO, fundaciones internacionales, bancos, príncipes, reyes  y medio mundo.


Pero los músicos de la “Simón Bolívar” saben que tienen un compromiso con Venezuela, que su país necesita ser mejor, algo que nuestros músicos de la Sinfónica y la Banda de Música del Estado no entienden. Quieren un trato Sinfónico europeo, estadounidense  o japonés en un estado donde la inversión privada sale huyendo, donde los gobernantes hacen lo que quieren, donde el índice de pobreza es de los más altos. Si quieren un trato de ese tipo no es pecado exigirlo, pueden irlo a exigir a Europa; no es pecado soñarlo, pueden audicionar en la filarmónica de New York, Jerusalén o Moscú. No es pecado exigir la existencia de una sinfónica, pero hay que ser conscientes que esa Sinfónica tienen que ser parte de Oaxaca, no de un pensamiento musical occidentalizado y elitista.


Felicito a la Secretaria de Cultura y al Sub secretario por su tajante forma de explicar que no podemos seguir gastando dinero a lo idiota y sobre todo por pensar en el Oaxaca cultural más allá del periférico.


Los felicito por que el Oaxaca cultural necesita disciplina, reglas estrictas; necesita marcarle un alto a los parásitos que viven del erario. Los felicito por su honestidad al reconocer que la SECULTA es “UN CADÁVER QUE CANCERA LA CULTURA OAXAQUEÑA”.


Los que tenemos proyectos culturales productivos entendemos que la SECULTA está saqueada, poco valorada, endeudada…etc. Puedo observar el desafío que enfrentan Ana Vásquez y Nacho Toscano, porque tendrán que dotarse de pares extras de cojones para ordenar el desmadre que heredaron no solo de su antecesor Alonso Aguilar Orihuela, También de Francisco Martínez Neri, Emilio de Leo, Andrés Webster Henestrosa, etc. Esos cojones que ninguno de ellos tuvieron para ordenar nuestra burocracia cultural. Esos cojones que necesitarán para desafiar apellidos y mafias dentro de la institución.


Felicito a la señora Vásquez por mirar más allá de la capital y aclarar que “no se gastará en ocurrencias y festivalitos” ¡Aleluya! Alguien tenía que marcarle un alto a todas esas estupideces.


En los siguientes meses sabremos si ovacionaremos por sus decisiones a la “nueva” SECULTA, o sabremos, si tan solo son fuegos pirotécnicos.


Natahanael Lorenzo Hernández


Director del Instituto Intercultural Calmécac


Fotografía: HIGINIO ZÚÑIGA



Carta del maestro Nathanael Lorenzo Hernández a la opinión pública

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