Salvador López
Santiago
Opinión
El
sistema político mexicano puede ser visto desde dos grandes etapas, la primera
que se caracterizó por la titularidad del poder ejecutivo y legislativo por
integrantes de un solo instituto político –régimen hegemónico-, y la segunda en
la que existe competencia política, una verdadera oposición, la alternancia y
una relación entre el poder ejecutivo y legislativo cada vez más igualitaria
–pluralismo-.
Las
distintas reformas electorales que comenzaron en 1977 dieron paso a la
pluralidad y se establecieron las condiciones que hicieron posible la
competencia política, lo cual por un lado, se traduce en elecciones cada vez
más equitativas, transparentes y veraces, y por el otro, en el acceso de los
partidos de oposición al Congreso de la Unión, lo cual ha hecho que entre otras
cuestiones, actualmente sea necesaria la negociación del ejecutivo con el
legislativo.
El
inicio del cambio de régimen representa un parteaguas de dimensiones mayúsculas
en el diseño institucional e incluso normativo de las relaciones entre los
poderes del Estado. Cabe mencionar que en principio estos cambios se dieron
principalmente en la Cámara de Diputados, siendo el primero de ellos en 1988 cuando
el PRI perdió la mayoría calificada -necesaria para poder llevar a cabo
reformas constitucionales-.
Asimismo,
después de las elecciones federales de 1997, el sistema político de nuestro
país inició un cambio de paradigma, dando paso a los denominados gobiernos
divididos, dejando atrás el régimen hegemónico que hasta entonces había prevalecido,
situación que gradualmente permitió transitar hacia escenarios políticos más
competitivos y plurales, pero que en contraste, genero incertidumbre por una
eventual parálisis legislativa emanada de la falta de consensos.
A
partir de ese momento, cada vez más fue necesario que existiera una verdadera
relación entre el ejecutivo y el legislativo –con pesos y contrapesos-. De esta
manera comenzó la reivindicación del poder legislativo, el cual dejó de ser una
mera oficialía de partes o una instancia que sin mayor oposición aprobaba o en
su caso, desechaba los asuntos enviados por el presidente de la República. Si
bien es cierto, que todavía quedan grandes esfuerzos por desarrollar, también
lo es que hoy tenemos un Congreso más fuerte, autónomo y plural.
Twitter: @sls1103
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