Salvador López
Santiago
Opinión
Es
fundamental que los mexicanos puedan acceder y ejercer plenamente de sus
derechos humanos, el artículo 1º de nuestra Carta Magna dispone que todas las
personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en ella y en los tratados
internacionales de los que México sea parte, así como de las garantías para su
protección, cuyo ejercicio no podrá restringirse ni suspenderse, salvo en los
casos y bajo las condiciones que la propia Constitución establece.
La
reforma constitucional de junio de 2011, representó un cambio de paradigma en
la de concepción, interpretación y aplicación de los derechos humanos,
situación que además de fortalecer su protección, también posicionó al Estado
mexicano como uno de vanguardia y acorde a la dinámica que distingue a la
globalidad en la que nos encontramos inmersos.
A
poco más de 4 años de la reforma constitucional en materia de derechos humanos,
es oportuno tener una sincera reflexión sobre los avances que se han alcanzado
en la materia, y a partir de dicho ejercicio, redoblar o re direccionar
esfuerzos en favor de la población mexicana. Al respecto, todos coincidimos en
la importancia de fortalecer la tutela, goce y ejercicio de los derechos
humanos (aquellas prerrogativas inherentes, inalienables e imprescriptibles al
hombre), los cuales deben ser conocidos, respetados y ejercidos sin distinción
alguna.
Bajo
esta tesitura, cabe mencionar que la consolidación del régimen democrático
nacional, sólo es posible con la plena observancia de los derechos humanos, los
cuales no pueden ni deben estar supeditados a ningún agente externo. En este
sentido, el Estado tiene la obligación de garantizar las condiciones que hagan posible
que todas las personas, sin distinción de sexo, género, preferencias sexuales,
edad, discapacidades, religión, opiniones, color, idioma, origen nacional,
posición económica o cualquier otra, puedan acceder a sus derechos humanos.
No
podemos negar los avances logrados, pero tampoco podemos ser indiferentes e
insensibles con aquellas legítimas demandas y retos que se mantienen pendientes
como es la violencia de género, abusos laborales contra los migrantes,
desamparo de las personas adultas mayores, discriminación hacia los
afrodescendientes, violencia escolar, por mencionar algunas.
Negar
estas problemáticas, sería hacer caso omiso de la realidad y peor aún, sería
privarnos de la posibilidad de tener un mejor porvenir, por eso es necesario
que sociedad y gobierno construyamos un México en el que los derechos humanos
no sean buenas intenciones, sino garantías de una vida digna, decorosa y
tranquila. Twitter: @sls1103.
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