Hugo Pacheco
Caía la noche sobre el
Auditorio Municipal de la colonia “La Merced”. Adentro, cerca de 200 jóvenes
músicos, provenientes de cinco escuelas secundarias de la región se unían para
revivir el recuerdo de José López Alavés, guarecido en la mítica e inolvidable
“Canción Mixteca”.
Con el ímpetu en la mirada y
la destreza en las manos apenas adolescentes, hicieron cimbrar la estructura
del recinto y el corazón de los cientos de espectadores que presenciaron no
sólo un acto musical, sino la comunión de la esencia misma de ser mixtecos.
Los jóvenes, provenientes de
Chazumba, Tlaxiaco y Huajuapan, que se veían las caras por vez primera,
decidieron unirse en un solo ritmo y sentimiento, en una sola melodía
melancólica que se derramó en los oídos del público y que traspasó las paredes
del Auditorio hasta fundirse con aquella tarde del sábado 27 de junio, para
conmemorar el centenario del así nombrado “Himno Mixteco”.
Las diferencias y la
competencia entre escuelas quedó olvidada. La inmensa nostalgia del
pensamiento, que dicta en un verso la Canción Mixteca, unió a los jóvenes y a
los directores de orquesta para hacer historia y demostrar que sólo con la
unión y el arte es que una cultura puede traspasar las barreras del olvido.
Las secundarias que
representaron a Huajuapan fueron la secundaria “Jaime Torres Bodet” y “Benito
Juárez”, mismas que compartieron escenario con jóvenes de las escuelas “Leyes
de Reforma” y “Siglo XXI”, originarias de Tlaxiaco, y la secundaria “Heriberto
Jara Corona”, de Santiago Chazumba.
Estas cinco instituciones
fueron quienes le dieron vida al 1er Ensamble de Bandas de Bandas de Música de
Escuelas Secundarias de la Región Mixteca, quienes previamente demostraron su
talento individual durante el inicio del evento, interpretando un repertorio
totalmente abierto, ya que según Humberto Herrera Ortiz, director de la
orquesta “Leyes de Reforma”, “la música no conoce barreras ideológicas, la
música es una sola y su belleza también radica en que fomenta la libertad”.
Y digno ejemplo de ello fue
la banda proveniente de Chazumba, que a pesar del escaso apoyo que recibió por
parte del gobierno local, a pesar de que la gran mayoría de instrumentos fueron
comprados por los padres de familia y de que realizaron el viaje con recursos
mínimos, fueron los más ovacionados de la noche.
El repertorio de esta agrupación
incluyó piezas internacionales y regionales, ejecutadas con una destreza
sorprendente que provocó los aplausos vigorosos del público y le adjudicó a su
director, Rubén Martínez Hernández, una reputación no sólo de buen educador,
sino de hombre dedicado al arte musical que ha tenido la pasión de transmitirle
a sus alumnos el encanto de la música.
Al unirse, las bandas
cubrieron todo el escenario, bañándolo de melodías y acordes con la esencia
mixteca del maestro López Alavés. Aquello era una fiesta entre la delicadeza de
las flautas, el eco robusto de los trombones y la rítmica cadencia de las
percusiones.
Piezas como “Flor de
naranjo”, “Juanita” o el danzón “El Mixteco”, revivieron el legado del gran
compositor huajuapeño, que un día puso en alto el nombre de esta heroica ciudad
y que hoy la juventud, unida y en comunión con el arte musical, ha logrado
revivir por siempre un himno cuya vejez sólo le impregna mayor belleza a
nuestras raíces.
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