Salvador López Santiago
El 12 de noviembre se conmemora el Día Mundial contra la Obesidad, espacio que nos convoca a la reflexión y concientización acerca de las causas, consecuencias y posibles soluciones de uno de los fenómenos que en las últimas décadas se ha convertido en un grave problema de salud pública a nivel nacional e internacional. En principio es preciso referir que en términos generales, la obesidad consiste en una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud.
Para ponderar en sus justas dimensiones el impacto que tiene, cabe mencionar que a nivel mundial, cada año mueren alrededor de 2,8 millones de personas por esta causa, mientras que en nuestro país la cifra asciende a 200 mil. Por otro lado, es igual de alarmante ver que México tiene uno de los mayores índices de sobrepeso y obesidad en el mundo, prueba de ello es que de acuerdo con cifras de la última Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT): 7 de cada 10 adultos y 1 de cada 3 niños y adolescentes mexicanos, padecen este tipo de enfermedades.
Lo anterior hace nos coloca en el segundo lugar con mayor porcentaje de población con obesidad, sólo detrás de los Estados Unidos, y el primer lugar en el caso de la población infantil. Por si esto no fuera suficiente, además de sus consecuencias intrínsecas, es oportuno señalar que por su naturaleza, la obesidad aumenta el riesgo de la aparición de enfermedades crónico-degenerativas, por mencionar algunas: padecimientos del corazón, diabetes, afectaciones cerebro-vasculares e hipertensión.
Dicha situación se agrava todavía más, al considerar que las enfermedades no trasmisibles tienen consecuencias de diversa índole, que van desde el menoscabo en la productividad laboral, el desempeño académico y desarrollo individual, hasta repercusiones en la economía familiar, la economía del Estado e incluso en problemas de discriminación y exclusión social. ¡Seamos parte de la solución!
Ante este panorama, resulta indispensable que sociedad y gobierno concentramos esfuerzos para combatir la obesidad desde sus distintos factores, entre ellos, el incremento en el consumo de alimentos con abundantes grasas y azúcares, pero con escasas vitaminas, minerales y otros micronutrientes saludables; así como la reducción de actividad física debido al aumento de la naturaleza sedentaria de diversas actividades recreativas, el cambio en el modo de transporte y la urbanización.
En este sentido, no bastan medidas como el establecimiento de campañas, planes o programas que adviertan sobre las consecuencias de la obesidad, o el gravar los alimentos y bebidas calóricas, por el contrario, es fundamental que dichas acciones sean complementadas con la adopción, difusión e impulso de hábitos como la práctica de algún deporte o ejercicio físico, así como la de una alimentación adecuada. En síntesis, es de vital importancia actuar de manera coordinada, trasversal, responsable y constante. ¡Juntos, construyamos un México más sano!
Twitter: @sls1103
“Por un México más sano”
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