jueves, 5 de mayo de 2016

 


Nuestro país refrenda su compromisos internacionales para mantener la paz, dar asilo a los necesitados y garantizar los derechos humanos de la sociedad. Por décadas, hemos sido reconocidos por esta tradición, ya que hemos protegido a miles de personas que huían de las dictaduras militares de Argentina, Chile, Bolivia, Uruguay y España.


Hasta ahora, cada año, centenares de hermanos centroamericanos solicitan protección como refugiados, estos datos están aumentando alarmantemente respecto con el 2014; en el caso de las personas de Costa Rica, estas solicitudes crecieron 137%, y de los de Belice el incremento fue superior a los 700%. Estas problemáticas, son causadas por conflictos sociales y violencia generalizada que pone en peligro su vida.


Este fenómeno, se está replicando con ciudadanos Sirios, quienes desde el 2011 debido al problema bélico que enfrentan, están pidiendo refugio en México, a pesar de ello, más de 78 han muerto esperando respuesta, sólo en el año 2014, más de 2 mil 137 personas pidieron ser reconocidas en carácter de refugiadas, de este número, mil 370 concluyeron el trámite, 451 obtuvieron el estatus, pero sólo 5 lograron llegar a nuestro país.


Esta situación, se agrava en el caso de América Central, debido a que en el 2015 sólo se reconoció como refugiados a 52 personas, lo cual constituye menos de 0.3% de las solicitudes. A pesar de ello, según Human Rights Watch, esta cifra duplica a las de 2014, cuando sólo se reconoció a 25 menores no acompañados como refugiados.


Tristemente sólo 1 de cada 61 niños migrantes, informó que las autoridades mexicanas le habían informado de su derecho a pedir reconocimiento como refugiado, como lo contempla nuestras leyes, esto significa que muchos no contemplan iniciar el proceso debido a la falta de información.


Diversas Organizaciones de la Sociedad Civil, han mostrado su preocupación debido a que estas rutas migratorias son peligrosas y se traducen en maltratos, explotación y diversas violaciones, además de que son utilizadas por las organizaciones criminales para reclutar migrantes para sus bandas delictivas.


Frente a este escenario poco alentador, estoy convencido de que urge robustecer nuestra la política nacional en materia de asilo, a fin de disminuir la tramitología y agilizar los procesos que haga posible la protección digna, el respeto a los derechos humanos y el cuidado de las garantías individuales.


Me congratula que el Congreso de la Unión, en las últimas sesiones de su periodo ordinario, haya aprobado diversas reformas al artículo 11 de las Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que posiciona a México como un país líder en la protección del derecho de asilo y protección de refugiados.


Me parece que el objetivo es muy claro: contar con un bagaje jurídico que reconozca y asegure el ejercicio de derecho que tiene toda persona a buscar y recibir asilo cuando sea perseguida por motivos políticos y cuya vida, libertad o seguridad se encuentre en peligro.


Con estas modificaciones, toda persona no sólo tiene derecho a estar en territorio nacional, sino que además, tendrá el derecho de solicitar asilo y que se le otorgue la condición de refugiados.


No tengo duda de que México es tan grande que es el hogar de todos, y que con esta motivación, dicha reforma constitucional será aprobada por los congresos de los estados de la República.


Hago votos, para que esta nueva normativa se refleje en la protección internacional de las personas refugiadas en nuestro país, que logre demostrar y reafirmar la vocación humanitaria del país en el actual contexto internacional.



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