Opinión
A
lo largo de su historia, nuestro país ha enfrentado diversos cambios
estructurales, uno de los últimos procesos es el de la década de los ochentas
–Crisis Mundial del Estado-, importante por su magnitud y por sus efectos que
aún genera en el contexto internacional y local. A pesar de los cambios
promovidos por la Nueva Gestión Pública,
hoy existe suficiente evidencia de que se ha reducido el ingreso real
per-cápita y ha aumentado la pobreza, la marginación y la vulnerabilidad de las
sociedades del mundo.
Frente
a este contexto, el Estado Mexicano instrumenta una serie de mecanismos para
superar estas condiciones a través de su Política Social, que tiene sus bases
en dos dimensiones: La Universal, que tiene el objetivo de la atención general
de la población -Salud, vivienda, seguridad, y educación- y la dimensión Focalizada
que se traduce en acciones específicas delimitadas –personal y geográficamente-
para las personas que lo necesitan, y cómo lo necesitan, a través de esquemas
de desarrollo productivo y así compensar la situación en la que viven.
Esta
situación nos impone un reto como país y como ciudadanos, en el que debemos
aceptar la difícil pero no imposible misión de ser agentes de la transformación
social, misma que implica reducir las desigualdades sociales y los niveles de
pobreza, potencializando y maximizando las capacidades humanas para promover el
desarrollo humano.
En
la actualidad la Política Social Nacional muestra una tendencia global a
desvincularse del contenido redistributivo y del pacto laboral que tuvo durante
el último medio siglo, la esencia del neoliberalismo es que los Estados son
incapaces de regular o tener injerencia en la economía y en lo social de manera simultánea, por este
motivo la Política Social asume solamente un carácter asistencial, perdiendo su
función integradora. Lo más grave, es que deja de considerarse como una
dimensión de la inversión del Estado, y pasa a ser una extensión del gasto
público, diluyéndose el concepto de desarrollo social, en beneficio de la fuerza
el concepto de compensación social.
A
la par de esta crisis mundial del Estado Social, la sociedad civil emerge como
un nuevo y fuerte actor político, obligando a los estados a su reconocimiento
como actor fundamental en la solución de los problemas sociales, por lo que los
invito en estas fechas a ser ciudadanos comprometidos a dejar de ser sólo
espectadores,
a sumarse a la transformación de Oaxaca y México.
Por mi parte, seguiré
insistiendo que con la participación de todos, desde nuestras trincheras
podemos forjar un mejor estado de Oaxaca y un México más próspero para todos,
lo merecemos como ciudadanos conscientes de nuestra realidad un mejor presente
y futuro.
Twitter:@jairogarzonm
No hay comentarios:
Publicar un comentario