José Ojeda Bustamante
Opinión
No es fácil gobernar, ni es
sencillo administrar los destinos de gobiernos locales y más aún cuando en su
población se encuentra en problemáticas de pobreza, marginación, inseguridad,
etcétera. Sin embargo, al fortalecer con propuestas ciudadanas la visión de los
gobierno desde su inicio –a propósito de nuestros presidentes electos-, es a
todas luces un buen comienzo, un excelente intento por cambiar los usos y
costumbres, es invertir la simulación por el reconocimiento y apropiación de
nuestra realidad, donde los ciudadanos son y deben ser el fin de las políticas
públicas.
El entorno de los gobiernos
locales no cambia, es la autoridad más cercana al ciudadano, es aquí, donde la
mayoría de las ocasiones, se convierte en la única instancia que tiene para
abordar y encontrar la solución a las problemáticas que les aquejan.
De lo anterior tenemos, el
reto deberá ser incentivar la participación activa del ciudadano y ser el punto
central de las políticas públicas locales que se instrumenten.
En nuestra agenda social y
política local, nacional e internacional, cada vez está más lejano del
ciudadano. ¡Participación ciudadana!
¡Políticas públicas! ¿Para qué? Si
no se necesita ser partícipe de un mundo cambiante, las necesidades mínimas son
cubiertas, esta son las expresiones comunes; algunas veces, podríamos
generalizar que los funcionarios públicos no necesitan que la ciudadanía
participe, han sobrevivido durante décadas sin la misma.
En la mayoría de los gobiernos
locales no se ha dado la participación ciudadana, debido a las características
del desempeño administrativo y los criterios con que instrumentan planes, programas,
proyectos; afortunadamente existen varios gobiernos locales, que se vuelven
excepciones.
Que la ciudadanía participe es
el reflejo del dinamismo social en sí, al no encontrar eco en la solución de
sus demandas, al organizarse al margen del gobierno por diversos problemas
comunes que les afecta; por ello, la sociedad requiere que las autoridades
involucren a la ciudadanía en las acciones de gobierno sin cortapisas
partidistas y autoritarias.
Partimos que, la participación ciudadana es un elemento
fundamental para alcanzar un buen gobierno; dado que el hombre y su comunidad
constituyen el eje fundamental del desarrollo político, económico,
evidentemente social y hasta administrativo, toda vez que se debe asumir sin
temor-recelo-autoritarismo que la soberanía de lo público reside en la
sociedad, si esto último ocurriera de manera frecuente hasta
institucionalizarlo, y no debilitarlo y vilipendiarlo en el discurso político,
a lo mejor no sería necesario para una realidad como la nuestra y la de América
Latina el tener que abundar tanto teórica como empíricamente sobre la
existencia de lo que hoy se denomina “Lo Público No Estatal”, refiriéndonos a
las diferencias, responsabilidades y potencialidades tanto del Estado, la
Sociedad y el Mercado.
Un buen gobierno aunque
redundante, en teoría todos los gobiernos deberían ser buenos. Sin embrago, no
todos los gobiernos son buenos gobiernos para los ciudadanos, a lo mejor para
los indicadores y metodologías de desempeño arrojan buenos resultados mediáticos,
lo que sí, es un hecho que son instrumentos (indicadores y metodologías), no
son un fin; el fin es la erradicación de la problemáticas que enfrenta la
ciudadanía.
Con esto tenemos que, la
participación ciudadana no solo beneficia a un sector de la población, todos
los sectores pueden estar involucrados. Con ello las autoridades pueden
-realmente- verse favorecidas, primeramente por el reconocimiento de la
ciudadanía de ponerse del lado de ella, además de sentirse tomada en cuenta;
segundo, que las autoridades gocen de legitimidad para gobernar; tercero, que
quienes integran los gobiernos y las legislatura locales, son también
ciudadanos, y deberían de comportarse como tales.
Entonces, qué tipo de
ciudadanos necesitamos, ¿Cómo ciudadanizamos a nuestros gobiernos? ¿Cómo los
involucramos a las problemáticas que vivimos a diario? ¿Cómo nos
encontrarnos? La búsqueda es eslabonar
en la corresponsabilidad.
Seguramente seguiremos abonando
en esta discusión del papel que debe jugar el ciudadano y como ser aliado de
los gobiernos en la búsqueda de la solución a los problemas sociales.
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