Salvador López
Santiago
Opinión
El 12 de agosto es una fecha emblemática
para las sociedades del mundo, debido a que desde el año 2000, ininterrumpidamente
se observa el “Día Internacional de la Juventud”, el cual fue instituido por la
Organización de las Naciones Unidas (ONU), y que en términos generales busca
que los Estados miembros, incluido México, concentren e impulsen las políticas
públicas, planes, programas y acciones necesarias para atender y eventualmente,
resolver las principales problemáticas que vulneran a los jóvenes.
Esta conmemoración surge porque en el
ámbito internacional, sin que México se la excepción, los jóvenes constantemente
son vulnerados, entre los agravios más graves se encuentran los relativos al
acceso a servicios de: educación, ocupación, salud, inseguridad, conflictos
laborales, familiares y escolares. Bajo esta tesitura, el “Día Internacional de
la Juventud”, es un espacio importante para sumar esfuerzos en favor del
bienestar, expectativas y certeza de los jóvenes. Para poder alcanzar estas
metas, las autoridades de los países que forman parte de la comunidad
internacional organizan, realizan y difunden foros especializados, discusiones
públicas y campañas de concientización e información, todo bajo un tema
central, siendo para 2015 el relativo a la “Participación cívica de los
jóvenes”.
La Organización de las Naciones Unidas
(ONU), señala que el compromiso y la participación de los jóvenes resultan
esenciales para lograr el desarrollo humano sostenible, pero de manera
infortunada, frecuentemente las oportunidades que tienen para participar
política, económica y socialmente son mínimas o inexistentes, de ahí la
idoneidad del tema seleccionado para 2015. Para dimensionar la importancia de
contar con una participación cívica por parte de los jóvenes, cabe mencionar
que según proyecciones del Consejo Nacional de Población (CONAPO), en nuestro
país este sector de la población asciende a 38.2 millones (más del 30% de la
población total).
Es fundamental que nos interesemos,
involucremos e incorporemos en la toma de decisiones de interés general, que
nuestros derechos político-electorales no acaben con la emisión de un voto el
día de la jornada electoral, por el contrario, que vaya más allá. En este
sentido, si bien es cierto, que las autoridades y los institutos políticos
deben generar las condiciones para que podamos tener una participación cívica efectiva,
también lo es que a nosotros nos corresponde conducirnos con responsabilidad,
de manera informada y por supuesto, siempre objetivamente.
Al respecto, es preocupante que en la
última elección para Diputados Federales, de los más de 3 mil 400 candidatos,
solo alrededor de 155 fueron jóvenes, igual de alarmante es que en la última
edición de la Consulta Infantil y Juvenil, organizada por el Instituto Federal Electoral
(IFE), el grupo que menos participación registró fue el de 13 a 15. Asimismo,
llama la atención que con frecuencia, las redes sociales lejos de informar y
construir, desinforman y tergiversan la realidad.
A partir de estas consideraciones, hago
el llamado a que este día sea tomado como el punto de partida en la construcción
de una sociedad más participativa, informada y crítica, una que dé puntual
seguimiento a sus representantes, pero que también se conduzca con legalidad,
congruencia y sin ningún tipo de animadversión infundada o malintencionada.
Twitter:
@sls1103.
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