jueves, 2 de abril de 2015

“El fortalecimiento del Poder Legislativo”

Salvador López Santiago
Opinión
El sistema político mexicano puede ser visto desde dos grandes etapas, la primera que se caracterizó por la titularidad del poder ejecutivo y legislativo por integrantes de un solo instituto político –régimen hegemónico-, y la segunda en la que existe competencia política, una verdadera oposición, la alternancia y una relación entre el poder ejecutivo y legislativo cada vez más igualitaria –pluralismo-.


Las distintas reformas electorales que comenzaron en 1977 dieron paso a la pluralidad y se establecieron las condiciones que hicieron posible la competencia política, lo cual por un lado, se traduce en elecciones cada vez más equitativas, transparentes y veraces, y por el otro, en el acceso de los partidos de oposición al Congreso de la Unión, lo cual ha hecho que entre otras cuestiones, actualmente sea necesaria la negociación del ejecutivo con el legislativo.

El inicio del cambio de régimen representa un parteaguas de dimensiones mayúsculas en el diseño institucional e incluso normativo de las relaciones entre los poderes del Estado. Cabe mencionar que en principio estos cambios se dieron principalmente en la Cámara de Diputados, siendo el primero de ellos en 1988 cuando el PRI perdió la mayoría calificada -necesaria para poder llevar a cabo reformas constitucionales-. 

Asimismo, después de las elecciones federales de 1997, el sistema político de nuestro país inició un cambio de paradigma, dando paso a los denominados gobiernos divididos, dejando atrás el régimen hegemónico que hasta entonces había prevalecido, situación que gradualmente permitió transitar hacia escenarios políticos más competitivos y plurales, pero que en contraste, genero incertidumbre por una eventual parálisis legislativa emanada de la falta de consensos.

A partir de ese momento, cada vez más fue necesario que existiera una verdadera relación entre el ejecutivo y el legislativo –con pesos y contrapesos-. De esta manera comenzó la reivindicación del poder legislativo, el cual dejó de ser una mera oficialía de partes o una instancia que sin mayor oposición aprobaba o en su caso, desechaba los asuntos enviados por el presidente de la República. Si bien es cierto, que todavía quedan grandes esfuerzos por desarrollar, también lo es que hoy tenemos un Congreso más fuerte, autónomo y plural. 

Twitter: @sls1103 

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