jueves, 29 de enero de 2015

“¿Por qué participar como Observador Electoral?”


Salvador López Santiago
Opinión
Con el inició de operaciones del Instituto Federal Electoral en 1990, comenzó un cambio de paradigma en la organización de las elecciones en México, desde entonces se han alcanzado significativos avances en nuestro régimen democrático, los cuales buscan ser tutelados y consolidados por el Instituto Nacional Electoral, organismo que entró en funciones en abril de 2014. Sin duda, el éxito del IFE y la fortaleza del INE, en gran medida se debe a la ciudadanización de las elecciones, es decir, a la participación de las y los mexicanos.


A pesar de que el concepto participación tiene diversas connotaciones, por regla general se refiere a un término con propósitos transparentes (públicos en el sentido más amplio), además de que en la mayoría de los casos se traduce en resultados favorables para quienes están dispuestos a ofrecer algo de sí mismos en busca de propósitos colectivos, de ahí la importancia de que como sociedad nos involucremos en los asuntos de interés general, entre ellos los relativos a la certeza de los resultados de la elección de nuestros representantes.

En este sentido, la observación electoral es un mecanismo muy valioso de participación ciudadana, al respecto la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales, señala que se debe -contar con credencial de elector, asistir a la capacitación correspondiente, no tener vínculos con partido u organización política alguna, y conducirse bajo los principios de: imparcialidad, objetividad, certeza y legalidad-. Está acción se puede llevar a cabo en todo el país, y permite a las personas acreditadas solicitar la información que requieran para el desarrollo de sus actividades (siempre que no sea reservada o confidencial y existan posibilidades materiales y técnicas para su entrega).

Asimismo, el día de la jornada electoral, los observadores electorales podrán presentarse en una o varias casillas, así como en las instalaciones de los Consejos correspondientes, pudiendo presenciar los siguientes actos: instalación de la casilla; desarrollo de la votación; escrutinio y cómputo de la votación en la casilla; fijación de resultados de la votación en el exterior de la casilla; clausura de la casilla; lectura en voz alta de los resultados en el consejo distrital, y recepción de escritos de incidencias y protesta.

Aunado a lo anterior, los ciudadanos que participen como observadores electorales podrán presentar ante la autoridad electoral un informe de sus actividades, sin que éstos tengan efectos jurídicos sobre el proceso electoral y sus resultados, sin embargo, es incuestionable su función para corroborar de manera personal la legalidad y transparencia en la jornada electoral. Finalmente, si bien es cierto que la participación ciudadana no es suficiente para comprender la dinámica de la democracia, también lo es que resulta fundamental para ella, de ahí la trascendencia de que la ciudadanía se involucre en el proceso electoral.
Twitter: @sls1103.



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