Salvador López
Santiago
Opinión
Si
bien es cierto, que el sistema electoral de nuestro país es perfectible,
también lo es que en las últimas décadas se han conseguido significativos
avances para la consolidación de un régimen democrático, plural y transparente,
prueba de ello son las dos transiciones -2000 y 2012-, que de manera pacífica y
a través de las instituciones se han vivido en México. Situación que obedece,
por un lado, a cambios estructurales a la legislación en la materia (desde la
reforma política de 1977 hasta la reforma político-electoral de 2013), y por el
otro lado, a la ciudadanización de los procesos electorales mediante figuras, que
con el paso del tiempo han evolucionado, pero que mantienen su esencia como son
–Consejeros Electorales, Observadores Electorales y por supuesto, funcionarios
de casilla-.