Salvador López Santiago
Opinión
El 7 de junio de 2015, en nuestro
país se celebró la parte más visible del proceso electoral (no la única), –el
día de la jornada electoral-, la cual tuvo como particularidad ser la primera a
cargo del Instituto Nacional Electoral (INE). Al respecto, es oportuno hacer un
balance de las virtudes y deficiencias observadas en esta jornada, anticipando
que lo más valioso fue la participación ciudadana y lo más lamentable fue la
conducción de gran parte de los institutos políticos.
En relación al primer aspecto, sobresale
que a pesar de los incidentes presentados en Guerrero y Oaxaca, se instaló el
99.84% de las casi 150 mil casillas programadas en el territorio nacional, donde
743 mil 241 personas participaron como funcionarios de mesa directiva de
casilla, quienes fueron capacitados por más de 5 mil 601 supervisores y 33 mil
capacitadores asistentes electorales, además de que 12 mil 519 ciudadanos
fungieron como observadores electorales.
Aunado a lo anterior, se instalaron los
300 Consejos Distritales y los 32 Consejos Locales en donde se dio atención y
registró a los incidentes presentados durante la jornada. Asimismo, en cada uno
de las Juntas Distritales, se llevó a cabo el Conteo Rápido y el Programa de
Resultados Electorales Preliminares (PREP), mecanismos que brindan certeza
sobre el sentido del sufragio universal.
Por lo que respecta a las
deficiencias observadas el día de la jornada electoral, la más preocupante es
que un alto porcentaje de militantes y colaboradores de los institutos
políticos buscó incumplir la norma, sacar ventaja de ésta y desacreditar el
trabajo del Instituto Nacional Electoral e incluso el compromiso cívico de los funcionarios
de mesa directiva de casilla (ciudadanos que cumplieron con un deber cívico y
que tienen como ocupación central una distinta a la electoral), en contra de
quienes ejercieron presiones constantes y sin fundamento.
Asimismo, es preocupante que como había
ocurrido con su antecesor, al INE se le adjudicaron atribuciones de todo tipo,
desde aquellas inherentes a omisiones o desatenciones de los partidos, hasta
cuestiones relativas a la seguridad pública y persecución de delitos. Peor aún,
es que algunos gobiernos estatales y municipales no garantizaron las
condiciones mínimas para que los ciudadanos emitieran su voto, y también están aquellas
personas que se limitan a desprestigiar (con total desinformación y mala
intención), el Sistema Nacional de Elecciones y el sistema político mexicano, y
que el día de la jornada simplemente no participan.
Estas consideraciones demuestran que para
consolidar la democracia nacional, no basta una simple cuestión normativa sino
que los grandes cambios deben iniciar desde nosotros mismos al conducirnos con
respeto, legalidad y honestidad.
Si bien cierto, el Instituto Nacional
Electoral y toda la reforma política de 2014, es susceptible de fortalecerse y
perfeccionarse, también lo es que el triunfo de candidatos independientes como Jaime
Heliodoro Rodríguez Calderón -“EL Bronco”- nuevo gobernador del estado de Nuevo
León; y que incluso con la más grande crisis de legitimidad del Estado mexicano,
se haya alcanzado casi el 50% de participación ciudadana, deja de manifiesto
que los mexicanos que participamos en la jornada cumplimos y que el INE, superó
la denominada prueba del ácido.
Twitter: @sls1103.
No hay comentarios:
Publicar un comentario