Jairo Garzón Montaño
Opinión
Quiero reconocer a la mujer oaxaqueña por la que
siento una gran admiración y respeto. La que a diario adquiere fuerza y
determinación para transformar su realidad, que a pesar del futuro adverso al
que se le condena, opta por rechazarlo para configurar su propia vida y
continuar cosechando triunfos.
Este texto representa un reconocimiento aquella mujer
que a pesar de haber sido herida por la tragedia, las carencias y la penuria de
tener que crecer y madurar a tan corta edad, ha sabido reponerse para resultar
no solamente airosa ante las dificultades sino para convertirse en una virtuosa
mujer inquebrantable, lo sé, porque llevo 28 años conociéndola y porque
anteriormente cuando iba a la escuela compañeros, maestras y padres de familia
solían confundirla con mi hermana.
Hoy reconozco a mi madre en su cumpleaños y aunque
estoy consciente de que todos los días es momento propicio para felicitarla y
reconocer su arduo trabajo, es mi deseo no pasar desapercibido esta fecha para
recordarle la profunda admiración y respeto que le profeso y le profesaré
siempre.
La infancia de mi madre como el de muchas otras no fue
fácil, desde pequeña aprendió con duras lecciones que la vida puede llegar
desafiante y que sólo las que se atreven a hacerle frente sin temor a seguir
avanzando logran superar los obstáculos. Siendo muy joven, presenció la muerte
trágica de su padre y a pesar de conocer la desgracia supo reponerse con la
determinación de continuar y buscar la dicha en cada paso sin dejar endurecer
el corazón.
Al convertirse en madre adolescente atravesó por
muchas más carencias cuando perdió el
apoyo de su propia familia y se vio rodeada de incertidumbre; a pesar de ello,
nunca pensó en renunciar a su hijo; por el contrario, las adversidades unieron
más a la pequeña, inexperta y joven familia.
Siendo una madre adolescente le hizo frente a las
circunstancias difíciles con
determinación, supo conducir con gran responsabilidad la formación de un
nuevo ser al que siempre procuró en momentos de enfermedad, supo reconfortar y
sanar con dulces palabras cualquier dolor de herida, hizo de sus tristezas
alegrías y confío en él con sus
capacidades aun cuando él mismo no lo hacía, cada que alentó su coraje, aplacó
sus inseguridades y cada que vez que le permitía ser el mismo dándole la
libertad para decidir.
Mi madre poco a poco pero sin ninguna interrupción y
con el apoyo de las personas que la conocen y que sin duda la llegan a amar, ha
salido adelante y ha gozado también de grandes momentos de dicha, uno de ellos,
fue la llegada de mis dos hermanos, quienes estoy seguro son testigos de las
bondades de mi madre y coinciden conmigo, en que ella sigue siendo una mujer
que nunca desiste en el cumplimiento de sus objetivos, que sabe perdonar el
pasado porque se niega a dejar que la amargura permee sus sentimientos, que
sigue disfrutando sonreír y que le
gusta poder confiar.
Reconozco que existen muchas historias, aún más
lamentables y dolorosas que la de mi madre; sin embargo, lo que intento
compartir es que al igual que ella, decidan rechazar el futuro poco prometedor
y desolado al que se sienten condenadas o al que muchos otros los han condenado
y que opten por tomar las riendas de su vida esforzándose por no lamentarse y
con una sonrisa en el rostro pensando que cada adversidad es una oportunidad
más para probarte ser una mejor persona
y que cada pequeño logro ostentará una mayor gloria.
Felicidades madre mía, te quiero mucho y deseo que
este y todos los días sean de enorme dicha, pasa un día lleno de felicidad tus
hijos te amamos y queremos mucho, feliz cumpleaños.
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