Salvador López
Santiago
Opinión
Si
bien es cierto que como nación todavía tenemos grandes retos pendientes en
materia de igualdad y equidad de género, también lo es que en los últimos años
se han alcanzado importantes avances en diversos ámbitos -político, social,
económico, académico, cultural, laboral, empresarial, entre otros-, situación
que no es obra de la casualidad ni producto de una concesión graciosa, por el
contrario, es consecuencia del valor, capacidad, talento, esfuerzo y dedicación
que distingue a las mujeres -PILARES DE LA SOCIEDAD-.
Ante
este panorama, más allá de invocar cifras sobre algunos de los ámbitos en los que
las mujeres han incursionado con éxito, en las siguientes líneas quiero hacer
énfasis en el aspecto humano que las rodea, me refiero a los principios,
valores, empatía, solidaridad y sensibilidad inherente a ellas, comenzando por
aquella a la que le debo lo bueno que hay en mí -MI MADRE-, mi mayor fortaleza
e impulso para buscar ser mejor en todos los aspectos y conducirme como alguien
de bien.
La
verdad es que no suelo ser muy expresivo, pero a través de los años he
procurado que el cariño, confianza y apoyo incondicional que mi madre siempre
me ha brindado, sean correspondidos con acciones positivas, ausencia de vicios,
buen comportamiento y metas cumplidas, pues mi mayor anhelo es enaltecer y
honrar las enseñanzas, consejos, principios y valores que desde niño me inculcó.
A ella, todo mi amor, cariño, respeto y admiración.
Vivir
tiene más sentido y es menos complejo, cuando en el camino te acompañan las
personas que quieres y te quieren, comenzando por nuestra familia, la cual
encuentra su principal fortaleza en el papel que desempeñan nuestras madres. En
mi caso, es motivo de orgullo decir que fui educado por la mujer más valiente,
transparente, inteligente y paciente que conozco, MI MADRE, quien con siempre
ha sido y sigue siendo un ejemplo para mis hermanos y para mí.
Al
mirar hacia el pasado, no puedo dejar de reconocer, presumir y sentirme
orgulloso de aquella joven oaxaqueña que hace algunas décadas emigró de su
pueblo natal para buscar mejores condiciones de vida en la Ciudad de México,
donde no conocía a nadie y no tenía nada, adversidades que lejos de desanimarla
o derrumbarla, superó con notable valor, decisión, trabajo honesto y dedicación
-ME REFIERO A MI MADRE-.
Desde
mis primeros años he estado a favor del empoderamiento de la mujer dentro de la
sociedad mexicana, y cómo no hacerlo, si fui educado por una mujer que
representa los más altos valores, que con trabajo ha logrado superar múltiples
obstáculos y que siempre ha sido un modelo a seguir. En este sentido, debo
decir que la reivindicación de la mujer comienza desde los hogares, es
inadmisible que en pleno siglo XXI, haya conductas retrogradas, machistas e
irracionales que vulneren el pleno ejercicio de sus derechos. SEAMOS EL CAMBIO,
NO LO PERMITAMOS MÁS.
Obligados
estamos a generar las condiciones que hagan asequible erradicar por completo cualquier
situación de opresión, desigualdad, discriminación, explotación o exclusión en
contra de las mujeres, como sociedad nos merecemos escenarios de plena igualdad
y equidad de género. Por mi parte, siempre estaré a favor del respeto hacia las
mujeres, pues a una de ellas le debo todo.
Reitero
mi admiración a las mujeres, especialmente para mi madre, Zeferina Santiago
Hernández, quien este 26 de agosto cumple un año más de vida, motivo de alegría
y celebración para su servidor. Felicidades a la mejor mamá del mundo, a la
abuelita más consentidora, a la mujer que con sus actos me ha enseñado que
siempre vale la pena luchar por que deseamos y que para conseguir lo que uno
quiere, se debe trabajar de manera honesta y constante. Felicidades mi todo.
Twitter:
@sls1103.
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