miércoles, 21 de enero de 2015

La reelección de presidentes municipales en la Reforma política


José Ojeda Bustamante 
                                                                                                                                                     Opinión 
La reelección en México nos da un abanico de comentarios, tanto favorables como desfavorables; dependiendo donde se ubican cada uno de ellos es que se matiza la información. A muchos nos gusta el asunto de la reelección de presidentes municipales para un segundo periodo. A diferencia de la reelección diputados, que ya la comentamos previamente; pues con aquello de que congresistas, ya sea locales o federales, pueden repetir en el cargo hasta por doce años, el asunto no resulta parejo. Y en el caso de las alcaldías, sólo podrán reelegirse por la mitad de años. Lo anterior, desde luego, en caso que el ó la munícipe en cuestión, quieran repetir y, que además, que pasen por el tamiz –previamente- de las cúpulas de su partido político.


Cuestión criticable es que en la acotada reelección de las autoridades municipales, se nota a leguas que sólo están jugando las viejas dirigencias políticas, sean del signo que sea, que ejerzan el poder o bien simplemente usufructúen sus beneficios.

Sagaces tiburones que no se amilanan en las más frías y turbulentas aguas, bien saben que el asunto es causar y empujar desde arriba las corrientes políticas que les benefician. De otra forma, la democracia anhelada por las nuevas generaciones –y que surge desde abajo-- terminaría por imponerse. Algo terrible para el  ancien régime.

Bien saben que en el imaginario social mexicano la reelección se vincula a un régimen dictatorial, contrapuesto al “ahora” tradicional sistema político que permitió aspirar a los logros sociales y económicos que el país requería, después de la revolución mexicana.

Y entonces, lo que está cambiando en las nuevas generaciones es la percepción con respecto a la reelección, sobre todo en la población con niveles educativos altos; quienes apuestan a la rendición de cuentas y a la eficiencia gubernamental, a través de la democracia para elegir a los mejores gobernantes que den resultado, eliminando a quienes resulten ineficientes o corruptos a través precisamente de la reelección de los primeros. Si bien es la reelección es una forma de referéndum o revocación de mandato, es también una forma de profesionalizar el servicio público, de dar incentivos a los mejores gobernantes y funcionarios públicos, que su carta de recomendación sea su trabajo desarrollado y los resultados tangibles, perceptibles y pertinentes socialmente hablando. Y no la venia de la franquicia partidista.

Por desgracia, de acuerdo con los datos duros que ha presentado el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, en 1998, 2003 y 2011, si bien la percepción es positiva respecto a la reelección como mecanismo esencial para fortalecer la democracia, ha cambiado radicalmente, aún más de la mitad de la población está en contra de la misma.

De ahí la lógica con la que la cúpula del poder, a través de las diversas dirigencias partidistas, ofrecen la acotada “reelección” en la competencia electoral por los ayuntamientos. Lo hacen castigando la economía electoral, permitiendo a los legisladores (en su papel de representantes y vigilantes de la sociedad) largos periodos en el cargo, para controlar y encausar a las autoridades electas, realmente cercanas y sensibles a las demandas ciudadanas, a cortos o nulos periodos de gobernabilidad, de acuerdo con sus intereses.


Asunto sencillo. Las decisiones seguirán siendo cupulares. En el fondo se trata que la democracia de masas, responda al marketing impuesto desde las élites y los medios masivos de comunicación. Así las decisiones sustanciales del país correrán de arriba hacia abajo. Lo que los sectores ciudadanos organicen y propongan con sus autoridades inmediatas en sus pueblos y ciudades, siempre tendrá que ser limitado y, por desgracia, sin trascendencia.

Twitter: @ojedapepe

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