martes, 9 de diciembre de 2014

El desarrollo social y la educación superior: el reto ante la pobreza

José Ojeda Bustamante
Opinión
La educación es un instrumento fundamental para construir una sociedad y un país más abierto, más consiente de sí mismo y, a la vez, menos desigual. Un reto actual que impone el entorno a la educación superior en México es el social, ya que, mientras una pequeña porción de la sociedad tiene una calidad de vida aceptable, la gran mayoría enfrenta condiciones adversas. De acuerdo con el  Coneval, en 2010, 52 millones de personas en México se encontraban en situación de pobreza; es decir, el 46.2% de la población.


Una breve mirada comparativa a nivel internacional a la educación superior nos brinda un panorama poco alentador. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), México es de los países miembros con menor cobertura en educación superior, con un 29% lo que nos ubica en una pronunciada desventaja en el contexto internacional. Como muestra, consideraremos que la cobertura promedio en América Latina (AL) es del 38%; en la OCDE de 66%; y que Corea lidera la cobertura con 98% (Drucker y Pino, 2004: 82-83).

Indagar las causas de tal hecho, si bien  obedece a una lógica multifactorial, contemplaría sin lugar a dudas como uno de sus principales elementos el componente de desigualdad que se vive en nuestro país. Para ello, basta considerar que México es uno de los países más desiguales dentro de la OCDE, esto, expresado en que nuestro nivel de pobreza es 1.5 veces superior al de un país promedio de dicha organización y dos veces superior a la de países con baja desigualdad como Dinamarca.

Más grave aún resultan las implicaciones que esto tiene en términos económicos; cabe recurrir a lo que apunta el “Informe sobre educación superior en América Latina y el Caribe 2008. La metamorfosis de la educación superior” de la UNESCO, en el cual se afirma que en América Latina, al año, la deserción escolar está provocando que se pierdan entre 2 y 415 millones de dólares por país, producto del abandono de los estudios universitarios. Para el caso de México, la estimación del costo,  por los que abandonan  los estudios universitarios, está entre 141 y 415 millones de dólares  es decir,  una cantidad equivalente al que reciben estados como Colima o Tlaxcala en un año. De este tamaño es la magnitud.

Hoy más que nunca vivimos insertos en una gran aldea global, realidad ineludible propia del espíritu de nuestro tiempo, en la cual la educación superior no puede ser ajena a la sociedad del conocimiento en la que se vive, y para la cual es cada vez más necesaria una población académicamente preparada, ello si se desea aspirar el crecimiento y a la generación conocimiento diferenciador que posibilite un mayor desarrollo económico.

Si bien la formación universitaria permite, por cada año de escolaridad adicional, ingresos anuales entre 8% y 12% más altos, el tema por ahora es la necesidad que en México se incremente por los menos en más del 50% la actual cobertura universitaria. Ello es fundamental para contar con los cuadros técnicos que se requieren para formular las soluciones, ante los retos y los enormes problemas que nuestro país enfrenta.

Si por cada año universitario representa un 10% de ingresos –en promedio-, ¿Qué significa para las familias?  Esto puede ser la fórmula ideal para el combate a la pobreza y la marginación, donde le pegamos a la variable más complicada de medición de la pobreza, el ingreso.

Pues ahora el reto fundamental es como desdoblamos esta variable, como la hacemos realidad. En las antípodas, buscaremos lanzar dardos que nos den luces al final del camino.

Twitter: @ojedapepe

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