Ariel Palemón Arcos
Opinión
Sin duda, 2016 será a un año de retos, logros, éxitos pero sobre todo de resultados en materia social. Como jóvenes debemos seguir uniendo esfuerzos con entusiasmo, optimismo y compromiso para que juntos construyamos un México mejor.
Este año, representa una oportunidad inigualable para mejorar, ampliar, fortalecer y proponer políticas más incluyentes y efectivas a fin de consolidar las bases de una sociedad más justa, igualitaria, generosa y solidaria, una de vanguardia como la que merecemos.
Los principales signos de los tiempos de hoy son la institucionalización del cambio y la centralidad del conocimiento como motor del crecimiento, colocando a la juventud en una situación privilegiada para aportar al desarrollo nacional a través del fortalecimiento de las políticas públicas.
Las políticas públicas orientadas a los jóvenes, no solo son impulsadas en el marco de instituciones públicas, también, identifican correctamente problemas públicos, protegen y tutelan el interés público, porque la sociedad, de diferentes maneras, participa en su diagnóstico, formulación, instrumentación, monitoreo y evaluación.
Una política pública debe estar diseñada con base en los marcos jurídicos y entramados institucionales existentes; contemplando las necesidades e intereses de los distintos actores involucrados en la solución de una determinada problemática.
Todos los problemas que aquejan a la sociedad son importantes, cada grupo de la sociedad tiene sus necesidades particulares que requieren de atención; sin embargo, no todos llegan a convertirse y tener la denominación o categoría de problemas públicos, es necesario que reúnan los criterios que les permitan colocarse en el ámbito o denominación como público, y de interés general para la sociedad y que sean dignos de intervención.
De acuerdo con el INEGI, México es un país de jóvenes, con un total de 38.2 millones de personas entre 12 y 29 años de edad.
Durante el primer trimestre de 2015, la Población Económicamente Activa (PEA) se ubicó en 52 millones de personas, que significan 59.2% de la población de 15 años y más.
14.7 millones de jóvenes estuvieron empleados, de los cuales el 42.0% reportan contar con un contrato laboral escrito.
Asimismo, se estima que los jóvenes que no estudian ni trabajan, alcanzaron los 7.8 millones, es decir, dos de cada 10, son Ninis. Tres de cada cuatro de estos jóvenes son mujeres (5.9 millones). 57.0% realiza quehaceres domésticos y recibe manutención por parte de su pareja.
En esta tesitura, es necesario que la institucionalidad ponga mayor atención en los jóvenes poniendo en marcha, la información de análisis, legislación, disposiciones administrativas y la asignación de recursos públicos para dar paso a la implementación de políticas públicas eficaces.
Se trata en desarrollar herramientas y técnicas para la investigación, acción-participación para la definición y diseño de las políticas, garantizando la unidad de criterios con las realidades en que está inmerso el contexto social.
Por ello resulta imperativo que como jóvenes seamos el impulso innovador y transformador para un mejor país, por un México de bienestar más próspero e incluyente.
El reto de las políticas públicas para los jóvenes
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