Ariel Palemón Arcos
Opinión
“Las familias son la brújula que nos guían. Son la inspiración para llegar a grandes alturas, y nuestro consuelo cuando ocasionalmente fallamos.”
Brad Henry
Una familia bien construida es una familia de felicidad. De acuerdo con la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la familia es el elemento fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección del Estado.
La familia es la unidad y la fuerza, así como la raíz de la educación, la cultura, los valores y principios; somos el comienzo de aprendizajes, fomento, garantía, compromiso, responsabilidades, confianza y logros, que nos posibilita aventurarnos al mundo para llegar a ser todo lo que se puede y hasta donde queramos.
Hemos sido parte de una o de otra generación de una sociedad de cambio constante, un cambio en que los mayores sufren y aprenden mejor, y los menores son los que aprenden y adquieren las experiencias de los mayores, pero lo que nunca perdemos es la esencia de que formamos parte de una familia única y especial.
Sin embargo, aunque como familia somos apreciados por la mayoría de las personas, con frecuencia ese alto valor que le damos no corresponde a la realidad, y la calidad de los encuentros y vínculos personales no siempre es la mejor.
Uno de los grandes obstáculos para nuestra familia es cómo lograr la felicidad. Siendo integrantes de la familia, debemos entender que la armonía, alegría y la posibilidad de disfrutar y sentir confort, coexisten con la intranquilidad, la desilusión o la inestabilidad. Sentirse mal y sentirse bien hacen parte de la convivencia. Es normal y hasta común que en la vida de nuestra familia se presenten situaciones inesperadas y a veces poco agradables en las que se ponen a prueba el amor, la paciencia, la tolerancia y la capacidad de autocontrol.
Aunque podemos contar con algunos referentes de cómo deben funcionar las familias, cada núcleo tiene sus propios éxitos y experiencias. No existe formula única que asegure su duración, bienestar, satisfacción y, en última instancia, su felicidad.
Podríamos hablar de un estilo familiar, que se expresa en maneras propias de manifestar el afecto, manejar los conflictos, comunicarse, establecer normas y límites o divertirse. Por esta razón, más que compararla con otras familias, es importante identificar y valorar las dinámicas familiares en cada contexto, para potencializar aquellas que nos enriquecen y aportan, y transformar las que afectan negativamente la vida de quienes la integramos.
El amor, el compromiso y la motivación constituyen aspectos decisivos en el buen funcionamiento familiar. Son la fuerza emocional que se requiere para sacar adelante el proyecto de vida, que si bien puede ser más intensa en algunos periodos, es posible mantenerla viva en todas las fases de la historia familiar. Los vínculos afectivos fuertes y estables no se dan de manera espontánea. Incrementar el patrimonio emocional familiar es un aporte individual y colectivo que requiere trabajo y esfuerzo.
Una buena vida familiar se hace de prácticas cotidianas y positivas, como promover encuentros amables, mostrar interés por el otro, cuidarse y ayudarse mutuamente y disminuir el estrés. Lo que sumado aumenta la probabilidad de felicidad.
En este sentido, es relevante que en el seno familiar, sigamos fortaleciendo los lazos de amor, motivación, confianza, responsabilidad, compromiso, unidad, logros y éxitos, para que juntos logremos el bienestar, la paz y la felicidad.
La Felicidad de la Familia
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