miércoles, 11 de marzo de 2015

“11 de marzo, día de aprendizaje y grandes regresos ”


Salvador López Santiago
Opinión

Las tragedias –provocadas por el hombre o producidas por fenómenos de la naturaleza-, se traducen en dolor, sufrimiento, incertidumbre, daños patrimoniales y peor aún, en decesos y afectaciones permanentes en la salud de las víctimas. En contraste, los momentos complejos también dan pauta a algunos de los valores más altos del ser humano –empatía, solidaridad, convicción y determinación-, así lo ha demostrado la historia, basta mencionar el terremoto de la Ciudad de México del 19 de septiembre de 1985, o los fenómenos meteorológicos de 2013 y 2014 que causaron graves estragos en diversas entidades de nuestro país.


Bajo este contexto, el miércoles 11 de marzo de 2015 se conmemora el décimo primer y el cuarto aniversario de dos lamentables tragedias, la primera ocurrida en 2004 en España y la segunda en 2011 en Japón. A propósito de esta fecha, es importante rendir un merecido homenaje a las víctimas de ambos siniestros y por supuesto, reconocer la capacidad que mostraron para reponerse a tan terribles hechos.

Por lo que respecta al jueves 11 de marzo de 2004, ante lo que parecía un día normal, se registró el denominado “atentado del 11-M”, que consistió en el estallido de  cuatro trenes de la red de Cercanías de Madrid, el cual derivó en casi 200 fallecimientos y miles de heridos. Por su magnitud, representa el segundo mayor atentado en Europa durante las últimas décadas.

En cuanto a lo acontecido el viernes 11 de marzo de 2011, el terremoto y tsunami de Japón prácticamente destruyó por completo a esta gran nación –casi 47 mil construcciones devastadas y más de 144 mil dañadas-, el denominado  terremoto de la costa del Pacífico en la región de Tōhoku de 2011 tuvo una magnitud de 9,0 MW (escala sismológica de magnitud de momento) y duró aproximadamente 6 minutos. Es el terremoto más fuerte en la historia de Japón y el cuarto a nivel mundial, provocando 3 muertes y alrededor de 300 heridos.

Dentro de las coincidencias y divergencias que hay entre ambos acontecimientos destaca que lejos de derrumbar a sus respectivos países, fue el punto de partida para fortalecer su identidad nacional, y por supuesto, para demostrarle al mundo que sin importar la magnitud de un desastre o problema, cuando existe unidad, trabajo y valor, es asequible hacer lo que parece imposible.

Es motivo de orgullo que en México siempre hemos apoyado a quienes se encuentran en desgracia, superando todo tipo de adversidad, sin duda, esa es una de las grandes fortalezas que tenemos y nos define como mexicanos. Dicho lo anterior, sólo me resta reiterar mi reconocimiento a estas dos grandes naciones, así como a las personas que diariamente luchan por tener mejores condiciones de vida, a quienes con acciones demuestran que cuando creemos y se trabajamos, podemos lograr lo que anhelamos.   

Twitter: @sls1103. 

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