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miércoles, 17 de junio de 2015

“La participación no termina con el voto”


Salvador López Santiago
Opinión
Después del desarrollo de los cómputos distritales, es posible contar con resultados oficiales de las elecciones, por lo que en días recientes diversos investigadores, autores, articulistas y especialistas han abordado múltiples cuestiones relativas al balance de la jornada electoral, las expectativas ante la nueva configuración de la arena política e incluso de los posibles escenarios hacia las elecciones de 2018.


Aunque todas las aportaciones son valiosas y oportunas, en la mayoría de ellas se ha dejado de lado un tema que particularmente me parece de vital importancia, me refiero el papel que debemos llevar a cabo como ciudadanía. Si bien es cierto que el nivel de participación ciudadana fue el más alto de los últimos años (47.72% de la lista nominal), también lo es que el papel de los 39.87 millones de ciudadanos que votamos, no termina con la simple emisión del sufragio universal, libre y secreto.  

En este orden de ideas, tanto las personas que votamos como aquellas que decidieron no hacerlo y quienes anularon su voto en las urnas, tenemos la importante tarea de constituirnos como fiscalizadores permanentes de nuestros representantes, es decir, que el cargo de elección popular no sea un instrumento que los coloque como soberanos, sino que más bien, los convierta en verdaderos servidores públicos.

Bajo este contexto, en primer lugar debo decir que aunque respeto la postura de aquellos ciudadanos abstencionistas o anulistas, no comparto ninguna de las dos posturas debido a que, por un lado, a diferencia de otras naciones del mundo, en el México contemporáneo hemos tenido transiciones políticas sin que medien movimientos armados, golpes de Estado o desestabilidad social, y por el otro lado, porque al anular el voto se contribuye a la sobrerrepresentación y a que partidos con nula o mínima agenda, conserven su registro nacional.   

En el mismo sentido, considero que dejar de participar en los procesos electorales es echar por la borda los sustanciales avances que tenemos en la joven historia democrática de nuestro país, y peor aún, es eliminarse como ciudadanos. No podemos negar la compleja realidad social en la que nos encontramos inmersos pero estoy seguro que la apatía e indiferencia, no son la solución.

Precisamente, desde mi punto de vista, la gran reflexión estriba en esta última consideración, de ahí la importancia de que la participación ciudadana se convierta en el medio por excelencia para hacer asequible la trasformación social que requerimos como nación, uno en el que la educación de calidad, seguridad, justicia, igualdad y equidad, sean una realidad.

Twitter: @sls1103. 

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