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miércoles, 13 de mayo de 2015

“Seamos la voz de quienes no pueden hablar”


Salvador López Santiago
Opinión
En palabras de Mahatma Gandhi (uno de los más grandes defensores de los derechos humanos del siglo XX), “la grandeza de una nación y su progreso moral pueden ser juzgados por la forma en que son tratados sus animales”, frase que se encuentra revestida de una verdad y con la cual coincido plenamente, porque como bien lo señala Albert Schweitzer (premio Nobel de la Paz en 1952), "cualquiera que esté acostumbrado a menospreciar la vida de cualquier ser viviente está en peligro de menospreciar también la vida humana".


Aunque no existen cifras oficiales, se calcula que en México cada año mueren alrededor de 60 mil animales a causa de maltrato, situación indignante que bajo ningún contexto debe ser concebida como normal ni como parte de la cotidianidad porque si bien es cierto, los animales no cuentan con la capacidad de hablar, también lo es que sí sufren el mismo dolor que una persona al recibir un golpe o una agresión.

De acuerdo con la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, México tiene la categoría de país “megadiverso”, es decir, forma parte del selecto grupo de naciones poseedoras de la mayor cantidad y diversidad de animales y plantas, casi el 70% de la diversidad mundial de especies. Tenemos 564 especies de mamíferos, entre las que se encuentran ratones, osos, tlacuaches, armadillos, venados, mapaches, conejos, gatos y perros, estos últimos, acompañantes por excelencia del ser humano y sobre los cuales quiero referirme en esta oportunidad.

Aunque en el Distrito Federal, y en estados como Colima, Guanajuato, San Luis Potosí, Jalisco, Puebla, Nayarit, Yucatán, Quintana Roo y Chihuahua, el maltrato animal está tipificado como delito, en ninguno de los casos es considerado como grave, llegando a tener penas risibles como la contenida en el artículo 297 del Código Penal del estado de Guanajuato que a la letra dice: “Al que dolosamente cause la muerte de un animal vertebrado, se le impondrá de diez a cien días multa y de sesenta a ciento ochenta jornadas de trabajo en favor de la comunidad”, una pena que además de ser insuficiente, deja de manifiesto un total desinterés por el bienestar de los animales.

Aunado a lo anterior, no obstante el esfuerzo incesante de diversas Organizaciones de la Sociedad Civil y miles de personas preocupadas por combatir toda acción que ponga en peligro, vulnere o lacere la integridad física y mental de los perros, es una terrible realidad que diariamente conocemos de casos en los que son golpeados, condenados al hacinamiento o abandonados en la vía pública. No podemos ser indiferentes ante este tipo de conductas, por el contrario, debemos contribuir a erradicarlas porque más que una mascota, debido a su lealtad, cariño y alegría, los perros llegan a convertirse en verdaderos amigos e incluso en parte esencial de nuestras familias.  

Por estas razones, reconozco públicamente a todas las personas que brindan un hogar y cuidados a aquellos perros que de manera injusta han sufrido abandono, maltratos e innumerables abusos. Sin duda, no hay mayor satisfacción que ayudar a un ser noble en los momentos más complejos de su vida, porque además de ser lo correcto, a ellos les permite un nuevo comienzo y a nosotros convertirnos en mejores seres humanos. 

Twitter: @sls1103.  

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