La toma de protesta de Enrique Ochoa Reza como Presidente Nacional del PRI y de Víctor Manuel García Nájera del Comité Municipal en Huajuapan, son muestra de la nueva etapa política del partido y del compromiso que se tiene con la construcción de soluciones democráticas para la transformación del país y del municipio.
Como politólogo, considero que era una responsabilidad institucional y partidista, abrir nuevos espacios de autocrítica y consolidar procesos de renovación para refrendar la responsabilidad de ser una opción real, para proponer soluciones constructivas y de confianza para la sociedad.
A pesar de lo que se diga, los resultados del pasado proceso electoral, fueron un detonante para la renovación, afirmación y toma de protesta a las dirigencias con miras a atender el cansancio y apatía que muchos mexicanos dejaron claro en las boletas electorales.
En el Consejo Político Nacional, sus sectores y organizaciones adherentes, es unánime el consenso de que Enrique Ochoa Reza es una persona con talento, una formación académica sólida y experiencia probada, es decir, el indicado para encabezar el partido en el gobierno.
En particular, conozco al Dr. Nájera, he sido testigo de su sensibilidad con las necesidades de la gente, de su amor al deporte y de su convicción por contribuir a la atención de los grupos vulnerables. Estoy seguro de que su voluntad y ánimo, serán piezas fundamentales para acercar al partido con la sociedad en su conjunto.
Junto con él, he recorrido algunas comunidades de la Región Mixteca, por eso sé de su anhelo de que el PRI, sea el articulador de proyectos productivos para los agricultores, sea el creador de nuevas oportunidades de participación política para los jóvenes y promotor de una vida sana a través del deporte.
Frente a este panorama, no tengo duda, de que los presidentes recién nombrados, como cualquier otro, necesitan del respaldo de la base priísta, de sus organizaciones y militantes para conducir y cristalizar con éxito los cambios que pretenda emprender.
Cierto es que la militancia exige mayor participación, apertura y canales de comunicación efectivos. Por ello, sus presidencias deberán ser dinámicas, congruentes, territoriales y de resultados. Ya el 5 de junio se encargó de recordarnos que “lo que hacen sus gobiernos lo reciente su partido”.
El PRI, tiene muchos desafíos que superar y un reto de dimensiones mayúsculas que afrontar para el 2018, debido a ello, hago votos para que sus dirigencias transiten por una fase de profesionalización, certificación de sus candidatos y reconozca que sólo con unidad, participación real de su militancia y propuestas de política pública, refrendará su compromiso con la trasformación de Huajuapan y el país.
De no llevarse a cabo estos mecanismos, auguro que se acentuará la desconexión del partido con la ciudadanía, se alejará de la política como mecanismo de concertación, negociación y acuerdos, y se estancará en un círculo vicioso de simulación.
La permanencia del PRI en el poder, dependerá de los resultados de las dirigencias, pero también de las acciones que instrumenten como gobierno para superar la pobreza, la marginación, la falta de desarrollo económico, las bajas expectativas de crecimiento, y el aumento en los índices delictivos -entre otras problemáticas de igual importancia-.
El pueblo de México y de Huajuapan con sus partidos, necesitan construir una nueva agenda partidista y de gobierno que escuchen y resuelvan las demandas de la sociedad. Esta es la única manera de contribuir a edificar y consolidar a la Política como el arte de hacer posible lo deseable.
Fue necesario el Cambio y la autocrítica en el PRI
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