Ariel Palemón Arcos
Opinión
La violación de los derechos humanos de las niñas, niños y adolescentes migrantes es un fenómeno que lastima a todos los mexicanos. Los menores migrantes, en su objetivo por llegar a los Estados Unidos, muchas veces son víctimas de maltrato, discriminación, trabajos forzados, extracción de órganos, segregación, violaciones sexuales, prostitución, trata de personas o incluso son asesinados por el crimen organizado.
En este contexto, el tránsito de los menores migrantes hacia otras entidades federativas o el extranjero representa un viaje de alto riesgo, colocándolos en una enorme situación de vulnerabilidad, provocando en muchos casos, la privación de su libertad.
Los menores migrantes no acompañados, van a otros lugares en búsqueda, sobre todo, de mejores oportunidades que mejoren su expectativa de vida.
El Instituto Nacional de Migración (INM) señala que en 2010, más de 14 mil menores migrantes fueron interceptados por las autoridades migratorias mexicanas; durante su tránsito, siete de cada 100 niños detenidos fueron víctimas de abusos por parte del personal migratorio y/o de organizaciones criminales.
Por otra parte, el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), reveló que alrededor de 17 mil 500 niños mexicanos cruzaron, sin ningún adulto, ilegalmente hacia los Estados Unidos.
Asimismo, el Consejo Nacional de Población (CONAPO) plantea que en el año 2013, México fue el segundo país a nivel mundial con más emigrantes, con un 13.2 millones de personas, sólo por debajo de la India con 14.2 millones, pero por arriba de Rusia y China con 10.8 y 9.3 millones, respectivamente.
De acuerdo con el CONAPO, las entidades federativas que se encuentran catalogadas con un flujo migratorio muy alto, son: Guanajuato, Michoacán, Nayarit y Zacatecas. Dicha situación ocasiona que su población cuente con mayores índices de vulnerabilidad, generando condiciones propicias para el aumento del flujo migratorio.
Es de reconocer también, que aún existen constantes abusos contra los menores por parte de las autoridades migratorias, por lo que se deben de emprender medidas urgentes y eficaces con el único objetivo de atender esta problemática.
Por lo anterior, resulta trascendental que el Gobierno Federal, en coordinación con las entidades federativas, pongan una mayor atención en garantizar los derechos humanos de los migrantes, sobre todo, de las niñas, niños y adolescentes no acompañados, ya que resulta prioritario atender este sector vulnerable, que representa el futuro de nuestro país. Juntos logremos una mejor nación.
Los niños migrantes: una esperanza de mejores oportunidades
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