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martes, 8 de septiembre de 2015

PREFERÍA MENTIR

Crecí en una familia de ideas moralistas, algo que escuche muy seguido fue que el mentir era malo pero no me importó; es más llegue a pensar que no me traería consecuencias si decía alguna que otra mentira piadosa. No me gusto mi nombre de ahí que mentía cada vez que me lo preguntaban, me sentía bien pero a la vez me daba miedo que me fueran a descubrir en este engaño.


Muchas veces invente algo para impresionar a los demás ya sea que fueran cosas que a mí me hubieran sucedido o de otras gentes, lo que me hacía que actuara de esa manera era para llamar la atención de los demás.


Fue en la adolescencia cuando los amigos me preguntaban si tenía novia les contestaba que sí, para que no pensaran de mí.


Tan grandote y sin novia, o porque creyeran de mí que fuera gay; y no me criticaran o se burlaran de mí pero la mera verdad era que no andaba con ninguna chica y lo peor de todo es que esa edad me daba mucho miedo hablarles a las mujeres.


A pesar de ello sentí mucha atracción por las mujeres altas y dobles. Tuve la intención de hablarles pero creía que no les iba a gustar mi nombre sintiendo mucho temor a que me rechazaran. Posteriormente tuve la oportunidad de andar con la mujer que a mí me gustó. Fue solamente así que tuve la creencia de que podía andar con la mujer que yo quisiera sin importarme que ya anduviera con alguien. A mi novia siempre le mentí, con el único afán de que no se diera cuenta de que la engañaba con otras mujeres.


Después de esto me sentí sumamente mal porque me sentía muy culpable al grado de querer platicarle a la novia lo que realmente había hecho. Como no lo hice empecé a sentirme muy desesperado con una agitación y una falta de aire además de que las manos me sudaban. Pero aun así lo seguía haciendo.


Además de eso no me ha gustado tener responsabilidades en la vida, en la infancia mí única responsabilidad era ir a la escuela pero no me gustaba y me escapaba pensando que era mejor andar en la calle con los amigos pero sintiendo miedo a que me vieran y me expulsaran de la escuela y que mis papas se molestaran y me pusieran a trabajar.


Antes de llegar al grupo nunca le di la importancia a esta manera de ser a pesar de los miedos y la angustia que sentí, creyendo que no le hacía ningún mal a nadie, hasta que llegó el día en que ya no pude más sostener mis mentiras y me vi en la necesidad de pedir ayuda.


Ahora que asisto a la terapia del “Movimiento Buena Voluntad 24 Hrs. de Neuróticos Anónimos”. Me he dado cuenta de que esta forma de ser ha causado mucho daño a los demás y a mí mismo. Ahora gracias a estar en la terapia de recuperación y a las valiosas experiencias que me regalan mis compañeros me siento muy bien procurando ya no encubrir mis errores con mentiras y de esta manera mi vida es más tranquila.



PREFERÍA MENTIR

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