Hugo Pacheco/Correo Mixteco
Un agónico silencio oprimió
la mañana nublada de este jueves 3 de septiembre. Las catorce coronas de flores
recargadas sobre la fachada de la catedral recordaban la tragedia de lo
inevitable: Tres muertes prematuras, violentas, fugaces, inexplicables…
hicieron retumbar de luto a Huajuapan.
Los adjetivos se agotan
cuando se habla de la magnitud de esta tragedia. Las voces de los huajuapeños
contienen la misma melodía de réquiem y congoja. Quienes los llegaron a
conocer, a estrechar un par de palabras, dan fe de la alegría con que
enfrentaron la vida.
Fe que seguramente hoy logró
sentir el notario Javier de Jesús Rojas Canales, su hijo Javier Mateo Rojas
Morán y su nuera Fernanda Niño de Rivera, convertida en las oraciones de su
familia y amigos; en la pureza vital del bebé que engendraron Mateo y Fernanda,
que representa el triunfo de la vida ante la tragedia.
La visión de tres féretros
dirigiéndose al mausoleo del Panteón 16 de Septiembre quedaron grabados en los
fieles, quienes acompañaron a estos tres huajuapeños que hoy parten, pero dejan
un recuerdo inmemorial que vivirá por siempre.
Monseñor Teodoro Enrique
Pino Miranda ofició la misa de cuerpo presente. Sus palabras tuvieron el efecto
de un bálsamo que cayó sobre el dolor de la familia. Con la mirada firme y el
timbre de voz de quien augura mejores tiempos, dijo: “En el cementerio no están
los muertos, sino los que ya se encontraron con Dios”.
Pero era y sigue siendo
difícil aceptar los hechos. Y Pino Miranda lo sabía, por lo cual, expresó a su
audiencia: “Muchas veces vemos tan lejanos esos sucesos trágicos, que nunca
pensamos que un día vamos a tener que experimentar aquello que nos dice el
Señor.
Pero cuántas veces son otros
los que intervienen y de alguna forma, rompen con esa vida que el Señor nos ha
dado y no podemos acusar a nadie. La muerte tocó el fondo del corazón de estas
familias y es cuando la fe debe brotar y decir: “El Señor me lo dio, el Señor
me lo quitó”.
Cada uno va tejiendo la
vida, vamos viéndonos a futuro. Ellos iban tejiendo su vida, con dolores y con
sufrimientos, pero con mucha alegría y gozo. Algunos estaban plenamente en su
juventud y podían pensar en ese futuro, pero llega el señor y dice: “Hasta
aquí, el tiempo ha terminado”.
Por lo que el obispo hizo
hincapié en la frase tan sencilla y sabia de quienes escuchan a la juventud
hacer planes a futuro, sin antes decir: “Si Dios quiere”. Ya que “simplemente
somos unos administradores, no sabemos hasta qué momento concluya. Por eso el
Señor nos ha dado también el tesoro de la fe, que está por encima de cualquier
otro valor, y con él, nosotros debemos de ir construyendo nuestra vida”.
Que
descansen en paz, querido notario Javier de Jesús, tu hijo, Javier Mateo y tu
nuera Fernanda.
Mas bien el señor nos los dio y el pecado nos los quito
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