Gilberto
Cruz Ramos, campanero de San Andrés Dinicuiti, ha visto pasar más de tres
décadas desde que el templo brilló por última ocasión, cuando resguardaba
valiosas piezas e imágenes de plata, pero luego de varios terremotos y un
asalto, hoy la edificación se encuentra en el olvido y carece de apoyo para su mantenimiento.
Don
Gilberto es campesino y no recibe ninguna remuneración por el servicio que
presta, ya que según dice, lo ha realizado por muchos años gracias a su inmensa
fe. Sin embargo, se ha logrado percatar de que luego del hurto de piezas
valiosas elaboradas con plata, el templo ha sufrido una etapa de crisis que se
refleja en el desinterés de los pobladores y paisanos por darle mantenimiento.
Lo
más valioso para Gilberto Cruz son las campañas de la iglesia, que fueron
forjadas desde hace medio siglo y por ellas han pasado un par de intensos
terremotos, que las derribaron de su sitio.
Actualmente
las campanas son tocadas solamente una vez por año, en el sábado de gloria, día
que se les vuelve a dar brillo y su repiquetear se escucha por todo el pueblo.
Gilberto
Cruz expresa que existe un gran desinterés por servir a la iglesia, ya que
nadie recibe un apoyo económico, pero él ha persistido porque dice tenerle una
gran fe a San Andrés Apóstol, santo patrono de DInicuiti, cuya fiesta se
celebra el 30 de noviembre.
Sin
embargo, este campesino y campanero de 80 años, tiene temor de que las nuevas
generaciones dejen de ocuparse de la iglesia y sus campanas cuando las fuerzas
lo abandonen, por lo que pide el apoyo de la comunidad para devolverle el
brillo a este templo que se ha convertido en su segundo hogar.
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