Jairo Garzón Montaño
Opinión
Existe un
consenso generalizado entre especialistas, investigadores y líderes sociales,
de que era necesaria la transformación del Instituto Estatal de Educación
Pública de Oaxaca para darle mayor autonomía de gestión, acción y decisión, a
fin de garantizar el derecho a la educación y que el interés superior de la
niñez, esté por encima de cualquier beneficio particular.
Con estas
acciones el estado recupera la rectoría operativa de la educación y pone fin a
una era plagada de irregularidades, marcada por inasistencias a las escuelas,
incumplimiento a los objetivos de los planes de estudio, comisiones laborales
indefinidas o inexistentes, venta de plazas y la herencia de puestos de
trabajo. Estos cambios son estratégicos ante los rezagos que presenta el
sistema educativo estatal, el cual requiere aún del fortalecimiento institucional,
asignación de recursos económicos y humanos, además de la armonización de la
Reforma Constitucional, sus Leyes Secundarias y la Ley Local.
Apremia que se
etiqueten recursos para dignificar los espacios educativos y se atiendan
necesidades básicas de agua, luz y acceso a internet. En el corto plazo,
tenemos que ponernos en sintonía con los demás estados en el desarrollo de las
evaluaciones de primer ingreso, promoción y
permanencia, con el objetivo de que los mejores docentes estén frente a grupo,
ya que de ellos depende la educación de nuestras niñas, niños y adolescentes.
Para dimensionar
la problemática en la que nos hemos mantenido por décadas, basta mencionar que
no tenemos la certeza del número de espacios educativos, alumnos, escuelas,
maestros y autoridades que conforman el sistema educativo en la entidad; por
años no se ha cumplido con el calendario escolar ni las metas de los planes
curriculares; nos acostumbramos a ser los últimos en las pruebas estandarizadas
y los primeros en los índices de rezago, reprobación y deserción.
Estoy convencido
de que la Reforma Educativa en nuestro estado requiere la colaboración de
padres de familia, docentes, alumnos, autoridades educativas y de gobierno,
para cristalizar sus beneficios y hacer de nuestra educación una de calidad,
accesible a todos los oaxaqueños. No es una reforma contra los docentes, todo
lo contrario, se diseñó para mejorar sus condiciones laborales y premiar sus
logros con base a su desempeño.
Con estas y
otras transformaciones que vendrán, se abre una ventana de esperanza para la
educación en Oaxaca y una puerta para mejorar, es evidente que se seguirán
requiriendo decisiones audaces y asumir los costos políticos, pero por nuestra
niñez bien vale la pena. No hay duda, de que los padres de familia ya no
quieren que sus hijos reciban una mala educación, ya no deseamos suspensiones
de clases ni paros de labores prolongados por semanas sin justificación alguna.
Es evidente que
se vienen tiempos difíciles, por lo que hago votos para que las diferencias se
resuelvan a través de las vías pacíficas, privilegiando el diálogo y respetando
el estado de derecho, debemos tener claro que a mayor educación se tienen más
posibilidades de acceder a mejores condiciones de vida, es hora de estudiar,
prepararnos y caminar por el sendero del crecimiento y desarrollo.
En conclusión,
la transformación del IEEPO era una medida inaplazable y acertada para cambiar
de fondo la situación imperante y regresarle la dignidad al sistema educativo oaxaqueño.
Se trata de una nueva etapa en la dirección correcta; no se traicionó al pueblo
de Oaxaca, no se trastocaron los derechos laborales de los docentes, sé que
siempre existirá resistencia al cambio pero se nos está dando la oportunidad de
tener una educación de calidad y como oaxaqueños de bien, lo merecemos ¿a poco no?
Twitter:@jairogarzonm
No hay comentarios:
Publicar un comentario