Jairo Garzón Montaño
Opinión
Las nuevas tecnologías han probado ser herramientas eficientes para
solucionar problemas de nuestra vida diaria. Quién de nosotros no ha utilizado
una aplicación para georreferenciarse y encontrar una dirección, los CFEMáticos
nos facilitan el pago del servicio de luz y los kioscos digitales rápidamente
nos imprimen una reposición de nuestra acta de nacimiento, estos casos
exitosos, tienen en común la característica de disminuir tiempos y costos, además
de mejorar significativamente el servicio.
Ahora imagínense que desde su teléfono puedan pedir un auto, conocer el
historial del conductor, elegir el automóvil y saber el precio del viaje, estos
son los servicios que ofrecen compañías como Uber y Cabify –entre otras- en las
principales ciudades metropolitanas del país. Es importante mencionar que el
público que atiende aún es pequeño debido a los prerrequisitos del servicio
como el registro de un celular y tarjeta de crédito.
Quienes utilizamos este servicio, hemos constatado que dista del
servicio tradicional de taxis en comodidad, seguridad y precio. Basta mencionar
que el chofer antes de que abordemos el automóvil ya tiene planeada la ruta de
nuestro destino, podemos
sincronizar nuestro playlist de Spotify al
carro para escuchar nuestra propia
música y el recibo electrónico que llega en tiempo real a nuestro correo,
indica fecha, ubicación de inicio y final del viaje, horario de inicio y final,
kilómetros recorridos, desglose de la tarifa, foto y nombre del conductor.
La industria de redes de servicio de transporte vía internet,
representan una alternativa para desplazarse por la ciudad sin la
necesidad de portar efectivo, su utilización disminuye la
carga de automóviles y hace más eficiente el desplazamiento, sin embargo es un
servicio que aún no está normado por la legislación vigente.
Ante ello, gobierno y sociedad debemos
analizar cómo mejorar la regulación del servicio tradicional de taxis e incluir
en el marco normativo nuevas modalidades de servicio, apremia que las
autoridades definan sus condiciones de operación, movilidad y tarifas para
garantizar un servicio de calidad a los usuarios.
En
relación al tema funcionarios, especialistas y organizaciones del transporte,
coincidimos en que el Congreso de la Unión, tiene que regular este servicio a
través de un marco regulatorio moderno que propicie competencia justa entre
oferentes. Dicho marco normativo tiene que tutelar elementos indispensables
como protección y seguridad, certificación de los conductores, antecedentes
penales y obligatoriedad de contar con un seguro de cobertura amplia.
De
manera transversal se tienen que instrumentar políticas de impulso, fomento y
promoción para que los permisionarios de taxis ya establecidos tengan
beneficios fiscales y administrativos, acceso créditos con tases preferenciales
para la renovación de sus unidades y derecho sociales como vivienda, salud y
educación. En síntesis, las diversas formas de transporte público y privado,
deben adaptarse al contexto actual, la cual está marcada por la incorporación
de las nuevas tecnologías a nuestra vida diaria y potencializar sus ventajas
para la prestación de un mejor servicio.
Aunque en el estado de Oaxaca aún no existen las condiciones políticas y
económicas para la implementación de estas redes de transporte, debemos
aprender de los casos exitosos y fallidos para que llegado el momento tomemos
como usuarios la mejor decisión, ya que seremos nosotros quienes optemos entre
utilizar un taxi tradicional o un servicio de la red de transporte vía
Internet.
Se trata de democratizar el desarrollo, para que los oaxaqueños podamos
acceder a nuevos mecanismos de movilización o desplazamiento, es el momento de
adaptarse a los avances tecnológicos o claudicar en el sueño de los justos.
Twitter:@jairogarzonm
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