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miércoles, 1 de julio de 2015

La historia de Paulina y Dionisio


Por: Hugo Pacheco

Si uno cerrara los ojos y se acercara a Paulina Flores González, su descripción sería la de una niña tímida y risueña; con un lenguaje reducido, pero dueña de una calidez e inocencia igual a la de cualquier niño de 13 años.


Sin embargo, si uno busca su mirada, ella intenta cubrirse el rostro bajo su hombro; si uno le da la mano, ella entra en un nerviosismo tan intenso que la paraliza, al grado de evitar cualquier contacto físico, excepto el de Dionisio, su hermano de tres años de edad. 

Y es que para el ojo crítico de la sociedad, la calidez de Paulina y Dionisio es imperceptible, ya que ambos sufren de una extraña enfermedad llamada ictiosis laminar, padecimiento que contrasta con su esencia y afecta a uno de cada 300 mil recién nacidos.

La piel de los hermanos oaxaqueños, originarios de Santiago Petlacala, sufre de una resequedad y descamación extrema y sus párpados están invertidos. Esta enfermedad de síntomas visualmente agresivos, tiene consecuencias tan graves que pueden llevar a Paulina y Dionisio a una muerte temprana si no reciben un tratamiento médico oportuno.

Una travesía en busca de apoyo

Según Juana González Vargas, la mujer que acompaña a los dos hermanos, la madre de Paulina falleció y su padre se encuentra internado en el Hospital “Pilar Sánchez Villavicencio”, han venido a Huajuapan “sin un peso en la bolsa” y en busca de ser apoyados por el DIF municipal, en donde sólo les dan de comer, ya que el tratamiento de los hermanos es costoso y requiere de un seguimiento especializado.

La travesía para encontrar ayuda en Oaxaca ha sido extenuante y con pocos resultados. En 2013, el DIF Estatal se comprometió con la familia a canalizar a los niños al Instituto Nacional de Pediatría para ser atendidos, sin embargo, luego de brindarles algunos medicamentos y tratamientos paliativos, Paulina y Dionisio regresaron a Petlacala como quien regresa sin gloria de una ardua batalla.

La pobreza de su comunidad empeora la ictiosis de los hermanos. El calor y el polvo agravan el riesgo de que su piel sufra de una infección severa, comprometiendo a otros órganos y haciendo que el diagnóstico sea muy desfavorable. Sólo cuentan con el apoyo de la señora Juana, quien ha decidido guiar el camino de los hermanos y continuar la lucha.


Hoy Paulina y Dionisio ríen y juegan en ese mundo hermético que han creado para combatir la discriminación, la enfermedad y la pobreza extrema, rivales difíciles de combatir cuando se tienen 13 años de vida y una realidad  a la que, con curiosidad y asombro, exploran desde la timidez y temor de sus miradas inquietas.  



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