Salvador López
Santiago
Opinión
Para mi sobrina, amiga, confidente y
mayor fortaleza “Amy” -la que es amada por todos-. El 30 de julio se celebra el
“Día Internacional de la Amistad”, el cual fue instituido por la Organización
de las Naciones Unidas (ONU), y que surgió bajo la premisa de que la amistad
entre los pueblos, los países, las culturas y las personas es el medio idóneo
para formular condiciones de paz y por supuesto, es punto de partida para la
solidaridad y fraternidad entre las naciones.
A propósito de tan noble conmemoración, considero oportuno que llevemos a cabo una profunda y honesta reflexión sobre la importancia de la amistad en los tiempos actuales. En este sentido, es grato decir que a lo largo de mi vida he tenido la enorme fortuna de comprobar que las amistades sinceras, trasparentes, desinteresadas e incondicionales –las verdaderas amistades-, cuentan con un valor incalculable e indescriptible que trasciende en el tiempo y en la distancia.
Me considero alguien con suerte porque
cuento con grandes amistades, desde aquella que me brindan mis hermanos hasta las
que he construido durante las diferentes etapas y facetas de mi vida -en la
escuela, en la práctica del deporte y en el ámbito laboral-. Aunque cada una
tiene sus propias particularidades, todas coinciden en el valor intrínseco que
poseen.
Yo estoy convencido de que vale la pena
conservar las buenas amistades y que no hay paliativos que justifiquen malas
acciones en contra de las personas que nos brindan su amistad. Siempre hay que procurar,
cuidar y fortalecer este tipo de vínculos, porque además de ser indispensables
para la convivencia social, cuando son honestos, derivan en los mejores
momentos y experiencias.
Tengo la dicha de poder llamar a varias
personas: amigas o amigos, pero sin duda, la mejor de todas llegó al mundo hace
tres años. Todavía recuerdo la primera vez que vi a quien hoy es mi persona
consentida y eje fundamental de mi felicidad, mi querida sobrina Amy, un ser
divino que el 30 de julio de 2012, vino a unirnos aún más como familia, a
impulsarme a querer ser mejor persona y a llenar nuestros días de alegría.
Que hermoso es ver crecer a mi adorada Amy,
sobre todo, porque en este camino va de la mano de la persona más importante
para mí –mi madre-. Han pasado tres años desde su nacimiento, tiempo en el que
mi familia y yo, hemos observado cada instante de su crecimiento y debo decir
que a pesar de su corta edad, nunca deja de sorprenderme y hacerme sentir muy
orgulloso. Ella tiene el increíble don de hacerme feliz y más importante aún,
de hacer feliz a toda mi familia.
Más allá del vínculo consanguíneo que
nos une, durante estos años he procurado construir una relación de confianza,
cariño y respeto, es decir, una verdadera amistad, por la cual estoy dispuesto
a dar y hacer lo que sea. Quizá sea el padrino más estricto de la historia (la
verdad no), pero todo lo que hago, siempre es pensando en su bienestar y por
supuesto, en su felicidad.
Aunque carezco de las palabras que
describan con precisión el amor que tengo por Amy, no podía dejar pasar la
oportunidad de compartir con ustedes la alegría y emoción que me genera el
tercer cumpleaños de mi sobrina, más porque estoy seguro que nos quedan miles
de momentos felices.
Twitter: @sls1103.
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