Hugo
Pacheco
El llanto surcando el rostro
de los fieles, los cánticos sumándose por decenas, cientos, miles de voces
evocando aquella estrofa perpetua: “De los corazones, Huajuapan te llama,
Huajuapan te aclama… con toda su fe”.
La fe materializada en
kilómetros de tapetes multicolores, mostrando su belleza bajo el sol implacable
de la Mixteca. Los devotos buscando con la mirada, entre tumultos interminables
de gente, la imagen del Cristo Moreno, hallando en su rostro un consuelo del
alma que paga con creces el calor y cansancio asfixiantes.
Euforia y esperanza explotando en el ambiente. El Señor de
los Corazones cargado en hombros, mostrándose ante los mixtecos con su aroma de
sabino, sus costillas de marfil y esas llagas imborrables en su cuerpo tocando
el corazón de este ejército de fe en que se ha convertido la procesión.
La
historia detrás de la fe
Esta devoción se remonta a un
día histórico, cuando en 1812 el general José María Morelos y Pavón le dedicó a
esta imagen la súplica más relevante en la historia de Huajuapan: la de darle
victoria a un ejército insurgente que era superado tres veces en número por los
realistas.
La situación era desesperante,
la comida escaseaba, las municiones no eran suficientes para derrotar al
temible ejército español, pero la súplica de Morelos se vio recompensada el 23
de julio de aquel año, cuando al lado del coronel Valerio Trujano y los
rebeldes de la región, un grito de victoria por fin desgarró el cielo mixteco.
Fueron 111 días de lucha, la
ruptura del sitio más larga y sufrida de la época independentista. Los pobladores
resistieron los embates del enemigo durante más de tres meses con poco alimento
pero con la esperanza de ser libres.
Por ello, es el día 24 de
julio cuando Huajuapan vuelve a emanar festejo. Desde antes que despunte el
alba, los huajuapeños comienzan a tapizar las calles principales con aserrín
multicolor, formando bellas figuras en honor al Cristo Moreno, convirtiendo así
la ciudad en una hermosa acuarela refulgente
de folclor y fe.
En esta celebración, el cielo
se impregna del susurro de los cánticos y rezos que miles de fieles le ofrecen
a esta imagen divina, símbolo del sacrificio que dio como fruto la libertad de
los antiguos pobladores.
“De los corazones… Huajuapan te
llama, Huajuapan te aclama… con toda su fe”, entonan miles de almas
reunidas para contemplar la cabellera natural del santo patrono.
Los peregrinos, con la voz ya
descompuesta, siguen cantando mientras el sol de mediodía se ve menguado por
las nubes que irrumpen en la imagen. El perfume del aserrín arropando el fervor
de un pueblo enaltecido por esta fastuosa e inmortal tradición, cuyo fervor
permanecerá en las mentes y corazones de los fieles por siempre.
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