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martes, 24 de febrero de 2015

¿Por qué “democracia a la mexicana”?

José Ojeda Bustamante
Opinión


A pesar de contar con un bono democrático y coyunturas inmejorables, Vicente Fox por ejemplo, no emprendió ni concretó cambios constitucionales para fortalecer el papel del ciudadano independiente, ni actuó políticamente para desarticular las añejas estructuras del corporativismo, como tampoco impulsó un cambio cultural o proceso que abonara al proyecto democrático, que vale la pena señalar, fue plataforma de su campaña política.


Con Felipe Calderón sucedió algo parecido, pues incluso cogobernó con las viejas estructuras priístas, en aras de fortalecer la legitimidad de su investidura. Porque ojo, un dato importante de nuestra incipiente democracia es que los procesos electorales --a pesar del enorme dispendio que en ellos se eroga-- siguen arrojando saldos negativos en cuanto a percepción ciudadana.


Los gobiernos de transición emanados del PAN, que surgieron en el año 2000 y que gobernaron durante dos sexenios continuos, no generaron los cambios necesarios en las estructuras de poder, que hasta hoy son rémoras en el largo proceso democrático. Dicho en otras palabras: “no lograron alterar mínimamente el statu quo”


Por su parte el PRD, no ha logrado consolidarse como una bandera legítima de esa aspiración. Dividido este partido en “tribus” y corrientes que pugnan por la reaparición del Estado Populista-Corporativista, así como por su abandono a los principios doctrinarios e ideológicos, visibles en el pragmatismo electoral que ha caracterizado las alianzas electoreras que ha construido y las “negociaciones” que empujan de cara al reformismo estructural.


Lo que han hecho los partidos políticos mexicanos, es en la práctica, una forma de salvaguardar los intereses de la oligarquía mexicana, puntualmente dicho, la defensa de los intereses de la plutocracia salinista, la cual ha cogobernado este país desde 1994, de la mano de intereses extranjeros y de amplias organizaciones (tanto públicas como privadas) que se encuentran articuladas dentro de un sistema político aceitado mediante un elemento que se ha hecho elemental: la corrupción.


El regreso del PRI con Peña Nieto a la cabeza, es para muchos especialistas, la muestra irrefutable de que la “pedagogía pública” que se construyó durante 80 años de hegemonía, paternalismo, estatismo, corporativismo, malinchismo, autoritarismo y corrupción, no terminan por salir del inconsciente colectivo mexicano, y que la cultura política de tipo democrática, no termina por cuajar.

Twitter: @ojedapepe

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