José Ojeda Bustamante
Opinión
Varios teóricos como Monedero,
Subirats, Ramió, Castells han señalado –e intentando armonizar sus palabras con
el título del presente artículo-- el afirmar que la participación ciudadana,
corresponde al proceso institucional de relación entre los ciudadanos y la
administración, fuera del proceso electoral.
Entonces tenemos, que las
medidas legales --aunque son necesarias-- no son suficientes, dado que la dura
realidad impone la baja o nula participación de la población. A continuación,
enuncio algunas de las causas de este fenómeno social:
El sistema piramidal de toma
de decisiones políticas, da cabida a que la estructura de poder imponga a los
gobernados las medidas necesarias para enfrentar los problemas de manera
discrecional y unilateral. Esto deja de lado cuestiones esenciales de la
gestión del conflicto, como lo son: el diálogo, la argumentación, la
negociación, la deliberación y en general, todo aquello que propicie el
consenso o el crecimiento exponencial del disenso frente a la toma de
decisiones.
La falta de interés de la
población respecto a la problemática de su comunidad (aun cuando sea parte del
problema) representa otro escollo.
La desconfianza de la
población a colaborar con un gobierno, que consuetudinariamente adquiere
compromisos que difícilmente cumplirá. Sea por su inviabilidad
político-administrativa o porque sale de su competencia, facultad, atribución y
recursos disponibles.
A ello se suman dos elementos
agravantes de la calidad de la participación, esto en cuestión puramente
ciudadana: la ausencia de “la intensidad emotiva” y la “competencia cognitiva”
(Sartori). La primera tiene que ver con una actitud de activismo dentro de los
asuntos públicos, aunado a una fuerte carga cualitativa o ideológica. Y el
segundo punto, tiene que ver con “la comprensión ilustrada” de los asuntos
públicos por parte del ciudadano. Lo anterior, impone como condición, un alto
grado de politización; y lo ante anterior, supone una actitud apasionada. La
suma de estos dos factores en un individuo, es lo que permite fraguar una
participación de mayor calidad.
Finalizamos respondiendo:
¿Para qué y por qué requerimos de la participación ciudadana?
Para estar acorde a las
demandas de la sociedad. Lo cual significa: abrir los canales y mejorar los
flujos de información entre ciudadanos y autoridades; transparentando el actuar
de las autoridades. Generando así, un ambiente en el que florecen la
corresponsabilidad y la rendición de cuentas.
Porque se desdibuja la
decepción por la política y sus instituciones. Y lo mismo en el desempeño de
los cargos y tareas administrativas; generando así incentivos de participación,
tanto en cargos burocráticos, como en los que nos involucran en la contienda
electoral y nos llevan a la representatividad (Lefkowitz).
Porque la participación
ciudadana ayuda considerablemente en la labor de gobierno: inhibiendo la
simbiosis entre partido y gobierno.
Para devolver y re-facultar
los espacios y encomiendas que conciernen a la sociedad (empowerment) y con
ello, demostrar que la representatividad no sólo es político-ideológica, sino
también social.
Para acercar a los órdenes de
gobierno, mejores alternativas y herramientas con las cuales responder a sus
ciudadanos.
Por todo lo anterior, me
suscribo a la necesidad de abrir los canales de la participación ciudadana; uno
más, de los retos de nuestra inacabada democracia…
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