Páginas

martes, 2 de diciembre de 2014

Tiros de precisión para la democracia: El dardo de la transparencia

José Ojeda Bustamante
Opinión
Plantear la solución en los problemas de nuestro país-
de forma totalmente radical - En las antípodas… 
Es, con toda humildad, nuestro propósito.

La presente columna es una de las muchas en las que hablaremos sobre “La transparencia y el acceso a la información pública” y su manera de incidir en la detonación de una democracia de calidad. La plantearemos como una condición sine qua non de cualquier sistema democrático y que en nuestro contexto, está contenida en la Constitución. Las leyes en la materia, afirman que toda persona, sin necesidad de acreditar interés alguno o justificar su utilización, tendrá acceso gratuito a la información pública; entendiendo por “pública”, toda la información que se encuentra en posesión de cualquier autoridad, entidad, órgano y organismo de los tres niveles de gobierno.
¿Cuándo surge? Con los suecos, quienes muy tempranamente, encontraron en el acceso a la información pública un inhibidor de las prácticas patrimonialistas, discrecionales, ilegales o de plano corruptas. La propia experiencia plantea que el haber contado con acceso a los certificados oficiales, propició el proceso de distribución de tierras, y que paulatinamente, permeó en otras áreas de la sociedad para volverse parte de la cultura administrativa del Estado y de la cultura política de los ciudadanos. ¿Que tenemos de común con estas aseveraciones?
Sobre este paradigma, los funcionarios suecos afirman poder entregar una copia de cualquier documento público elaborado hace 200 años ¡Y en 24 horas! Lo anterior nos permite descifrar sus niveles de generalización, sofisticación y sistematización. Suecia encaró el desafío de la modernización de su gobierno en la última parte del siglo dieciocho y lo hizo colocando el criterio básico de la transparencia como sello de su estrategia. ¿Estamos en posibilidades de reproducir este esquema en nuestra aldea?
La transparencia cobra fuerza en Finlandia (1951), Estados Unidos (1966) y en Dinamarca (1970) para volverse parte de la oleada democratizadora en los últimos cinco años del siglo XX, periodo en el cual, más de 40 países del mundo -incluyendo México- tomaron su ejemplo e instituyeron sus propias leyes  de acceso a la información.
Robert Dahl considera que si un país ha de gobernarse democráticamente, habrá de tener ciertas prácticas habituales y duraderas; instituciones políticas que garanticen una ley de acceso a la información, la obligación por parte de los gobiernos locales de hacer más transparente la gestión pública y en lo concerniente a la ciudadanía: corresponsabilidad y proactividad.
Y para nuestro contexto mexicano habitual dos preguntas: ¿Corresponsabilidad ciudadana? ¿Proactividad legislativa – gubernamental?
De esto que señala Dahl, los ciudadanos tienen el derecho a tener fuentes de información, alternativas e independientes, para poder participar efectivamente en la vida política y para poder influir en la agenda, en la acción social y en la acción gubernamental. Por lo tanto, si el gobierno controla todas las fuentes de información o existe monopolio por cualquier grupo o concepción política específica, nuestra democracia estaría limitada, entonces.
Ya como pregunta final y duradera ¿En nuestra realidad mexicana está limitada la transparencia?...
En las antípodas abordamos el tema de la transparencia como un pretexto ideal que nos conduzca a la comprensión ilustrada de la democracia… con José Ojeda Bustamante - Twitter: @ojedapepe

Twitter: @ojedapepe

No hay comentarios:

Publicar un comentario